jueves, 31 de diciembre de 2009

2009

Evidentemente, y como se desprende de mi entrada de ayer, las Navidades no significan absolutamente nada para mí. Pero hoy sí es un día especial. No puedo evitar hacer balance, mirar atrás y revisar qué he hecho este año, qué ha significado para mí.
Es curioso pero me resulta complicado expresarlo en este blog. Se me ha acusado de usar este espacio como un lugar para, "simplemente", expresar lo que siento, sin inventar historias ni sorprender. Es, como mínimo, extraño que se me acuse de algo por lo que nació este blog. Seguro que el que lo hace no leyó mi primer post. Es un espacio hecho por mí y para mí, para intentar dar rienda suelta a una más de mis aficiones: expresar y sentir con la palabra.
Pero hoy, como decía, me resulta muy difícil hacerlo. Son tantas cosas y tan íntimas que no sé si es el lugar. Podría decir que amo más que hace un año, podría decir que soy mejor que hace un año, podría decir que se me valora y me valoro más que hace un año o que sé mucho más que hace un año. Y sería todo cierto. Pero, ¿estoy diciendo algo? Y lo que es más importante, ¿debo decirlo?
Hoy hay mucha gente a nuestro alrededor que hará balance y pensará que ha sido un año incluso terrible. Y puede que sea verdad. Una de las cosas que he aprendido durante este año es que el único sentido que tiene la vida es ser feliz con lo que uno tiene sabiendo valorar lo que ha perdido. Sé que es difícil, pero nos olvidamos tantas veces de lo importante, lo perdemos tantas veces de vista, que no somos conscientes de que se nos puede escapar por nuestra propia dejadez. Nos ocupamos y preocupamos por cosas que aún no han sucedido, que simplemente no existen, o que con la distancia veremos ridículas, y lo hacemos a costa de olvidarnos de lo que sí existe, de aquello que con la distancia y el tiempo sabremos que era la esencia de nuestra existencia... Cuando lo hayamos perdido.
2009 ha sido un gran año para mí y por ello es más fácil que cuando suenen las campanadas sea muy consciente de lo que debo seguir haciendo o dejar de hacer para que el 2010 sea, como mínimo, igual. Pero para los que no sintáis lo mismo os recuerdo que todo está en vuestras manos. Aunque no lo creáis. Porque todo en la vida tiene el sentido que vosotros queráis darle.
Feliz año

Por cierto, al final he decidido seguir escribiendo, pero sólo en aquellos espacios o para aquellas personas que valoren lo que significa precisamente eso, escribir. Y éste es mi lugar apropiado.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Crecimiento

"La persona afectada, en ejercicio de sus derechos fundamentales a la protección de datos
de carácter personal (consagrado en el artículo 18.4 de la Constitución Española) y a la libertad
religiosa y de conciencia (artículo 16.1 de la Constitución Española), expresa, mediante la presente
declaración salida de su voluntad libre y consciente, su total y definitiva oposición a formar parte de
la Iglesia Católica y a que existan datos personales suyos en cualquier registro o fichero de datos
perteneciente a la Iglesia Católica"

Éste es uno de los párrafos del impreso que acabo de firmar y, a pesar de mi convencimiento, aún estoy un poco impactada. No sé explicarlo. Es como cuando leí el libro de Pepe Rodríguez, "Mentiras fundamentales de la Iglesia católica", y se me fue removiendo todo aquello en lo que se había fundamentado mi educación durante 18 años de mi vida. O parte de ella. Es como la culminación de un lento proceso de descubrimiento de mi propia verdad, ésa que estaba escondida entre prédicas y dogmas. Pero por supuesto con ayuda, claro, y de quién va  a ser. De mi guía, mi maestro, mi luz. Aquél que también me abrió los ojos ante la belleza y la grandeza de la República.
Me has enseñado tantas cosas que eres la causa y el origen de lo que hoy me define como persona. En estos 8 años, 9 meses y 23 días me has dado tanto que no sé si algún día te lo podré acabar de agradecer. Hoy soy mejor por ti.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Cometas en el cielo

Su perfil dibujaba el aire buscando su sonrisa. Era lo único que quería. Ver dibujar en su armoniosa cara una débil y esperanzadora sonrisa. ¿Qué más importaba? ¿Puede haber algo más importante? No. Por supuesto que no. Esos ojos sumidos en las sombras de la tristeza y el silencio llevaban demasiado tiempo sin brillar. Lo habían perdido todo y ahí estaban, observándola, con un atisbo de... algo, algo diferente, algo que permitiera creer en el futuro y enterrar el dolor.
Y ahí estaba ella, volando para él. Con una meta tan decidida como pretenciosa, pero, sólo por existir, posible. Surcaba el viento una y otra vez buscando a su rival, intentando vencerla, para él. "Por ti lo haría una y mil veces". Y sí, lo conseguiría, lograría romper el hilo de la otra cometa y surgir vencedora entre las nubes. Sólo en busca de esa sonrisa. Ésa que empezaba a dibujarse en su rostro. Sí, ahí estaba, empezaba a vislumbrarla. Los esfuerzos, la lucha, el dolor habían valido la pena. Ese gesto del rostro del niño silencioso y triste era lo más hermoso del mundo en aquel momento. Y no sólo era el inicio de su felicidad tan ansiada por tan terriblemente perdida. Era también la de su padre, la de su madre, sus abuelos, ... todos observándole desde algún lugar, en el pasado y en el presente. Y para siempre en su propio futuro, ése que empezaba en aquel preciso instante.

martes, 15 de diciembre de 2009

Pérdidas

Hace unas semanas que no dejo de perder cosas. El otro día me pasé horas buscando mis guantes. Estaba convencida de que los había dejado en algún sitio de mi casa, cerca de mí, pero no. No aparecían. ¿Nunca habéis experimentado esa sensación de desilusión? Y es que uno invierte su tiempo y sus esfuerzos en adquirir algo, en hacerlo propio, en cuidarlo, en intentar que le dure, y ya no digamos en escogerlo, y, de pronto, sin quererlo y sin poder evitarlo, lo pierde. Así, sin más. Y en ese momento te planteas ¿podré sustituir lo perdido por algo nuevo? ¡Pero cómo va a ser posible! Eso lo elegiste, después de mucho buscar y entre un montón de posibilidades, con todo tu convencimiento. Incluso tardaste en decidirte, en depositar tu confianza en algo que realmente te convencía, te hacía sentir bien, formando parte incluso de los mejores momentos de tu vida. Si no existe otro igual, ¿cómo vas siquiera a plantearte encontrar algo parecido?

Pero ayer volví al curro y resulta que estaban escondidos en un cajón. Fue una sensación de reencuentro mezclada con la rabia por haberme hecho pasar un rato tan desagradable. Pensaba que ya no volvería a disfrutar de ellos y de repente ahí estaban, esperándome, como mirándome traviesos por haberme faltado estos días. Después de unas horas se me fue pasando el enfado hasta que al salir me los volví a poner. Me hicieron recordar otros momentos felices pasados con ellos e incluso consiguieron hacerme sonreír. Así que les hice prometerme algo: que nunca más me volverían a hacer infeliz. Primero me compensarían su ausencia respondiendo a todas las expectativas creadas por mí esos días en los que deseé su presencia, su abrigo, su calor. Y después, aunque pasase el tiempo y se estropearan, permanecerían siempre conmigo, a mi lado, sin fallarme. Porque no soportaría perderlos otra vez. Esta vez ya no. Esta vez no podría perdonárselo.

¿Creéis que lo cumplirán?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Fragilidad

Estos días me he sentido con mucho para explicar. Desde el accidente han cambiado algunas cosas importantes en mi vida. No lo he compartido con nadie (tú no cuentas porque eres yo). Y no es por falta de ganas, en realidad. Siento que necesito hacerlo porque todo es diferente ahora. Pero no he podido. Y no lo voy a hacer ahora. Sólo quería dejarlo caer para ver si podía. Pero no. Será en otro momento.

Así que para no dejar esta entrada vacía voy a dibujar una leve impresión sobre algo. Hace unos días hablé con alguien que pensé que me apreciaba. Bueno, en realidad había empezado a pensar que ya no era así, pero decidí comprobarlo. Una vez más descubro la fragilidad de los afectos. Es curioso. Siempre he pensado que los sentimientos que nos unen a las personas es lo más importante que tenemos en esta vida. Pero una y otra vez me topo de cara con la realidad que me descubre que debo ser de las pocas personas que lo piensa. Creo que la mayoría está convencida de que puede encontrar una amistad de forma fácil. Yo siempre he creído todo lo contrario. Por eso me resisto a abandonar una afecto, una confianza, un supuesto amigo, hasta que descubro que no vale la pena el esfuerzo. Y por eso doy, vuelvo a dar, lo pruebo una vez más... y me encuentro con un nuevo error. Quizás soy yo la que no sé escoger bien, pero a este paso me parece que voy a preferir la soledad a tanta decepción. ¿Será que soy demasiado tonta? ¿O demasiado inocente? ...

domingo, 1 de noviembre de 2009

El secreto de sus ojos

Extraordinaria. No os la perdáis (gràcies Toni). Es una película que contempla todo lo que podemos recoger de la vida. No sé si alguna vez había visto una historia tan completa en imágenes, la memoria no siempre es capaz de recoger todo lo vivido, pero pienso que no. Tiene un humor maravilloso, un thriller contundente y asombroso, amistades inolvidables y, como no tratándose de Campanella, amores capaces de traspasar las pieles más duras, eternos, estremecedores. El ritmo es perfecto, el enfoque extraordinario y la narración inmejorable.
Todos tenemos una pasión? Un sentimiento tan fuerte que nos define e identifica como individuos? Puede que sí. Puede que incluso más de una. Pero eso no importa porque es lo que hace de esta película una historia mágica. De ésas por las que uno piensa que vale la pena vivir sólo por haberla sentido, por haberla compartido.

A todo esto, y para los que no lo sepan, que son la mayoría: estoy convaleciente de un accidente de coche. No os asustéis. Ahora ya ha pasado. Queda un collarín, dolores fuertes en el pecho y algún que otro mareo. Pero eso no me preocupa. Lo peor es esta sensación de no haber superado un instante que ya debería ser historia. Vale, sólo han pasado 3 días, será cuestión de tiempo. Yo mejor que nadie debería saber que los miedos se pasan. Pero las circunstancias cambian y uno no sabe si está preparado para ciertas cosas, ciertas sensaciones. Ojalá me equivoque. Supongo que la moraleja es la de siempre: tu vida puede cambiar en milésimas de segundo y hay gente que aún no se ha dado cuenta. La mayoría diría yo. No quiero ser uno de ellos.

domingo, 25 de octubre de 2009

En tierra de Alejandro

Intuía que Ágora provocaría una entrada en este blog. Vamos a ello.
Hace poco leí una reflexión, con respecto a esta película, que me produjo un gran rechazo. Se intentaba plasmar que la religión es algo positivo y que son los hombres los que hacen un mal uso de ella con sus fanatismos. Ya no estaba de acuerdo, pero ahora menos. Las religiones, señores, las hemos inventado los hombres. No nos escudemos en inspiraciones divinas o en la posibilidad de la existencia de entes superiores para defender lo indefendible. Nosotros decidimos cuáles son los dogmas y cómo los defendemos. El error siempre estriba en lo mismo: la falta de respeto. Pensamos que nuestras creencias son la verdad indiscutibe y pretendemos imponerlas o defenderlas a cualquier precio. Los demás se equivocan y debemos situarnos por encima. Ése es el problema.
Evidentemente siempre existirán personas que vivan su fe desde su propia intimidad, intentando buscar en ella el consuelo que necesitan, puesto que las creencias sólo buscan eso, dar respuesta a preguntas que el hombre no puede responder y con ello consolarle, arroparle, evitar lo racional. Y eso es lo que encarna Hipatia, el cultivo del intelecto, la dedicación a la razón en la búsqueda de respuestas. Sólo en ese aspecto puedo respetar al personaje. Porque no es nada más. Le falta lo esencial, la conciencia social. Es una mujer que, en su obsesión por hallar respuestas, se muestra ciega ante el mundo, ante la vida que le rodea, ante las personas.
Es ese mismo contraste, sin embargo, el que se convierte en el eje de la película. No necesita más. A través de ella se refleja la disparidad entre lo racional y lo irracional, y envolviéndola se muestran otros aspectos como las diferencias de clase y de género. Todo se complementa y conforma el círculo.

domingo, 11 de octubre de 2009

Perspectiva

Qué fácil es perder de vista la realidad y qué difícil es recuperarla! O no... Depende de quién te rodee. Yo tengo la inmensa suerte de vivir con mi brújula, mi norte, mi guía, mi razón de ser. Las numerosas veces en que me equivoco y me encuentro sumergida en el devenir cotidiano que me arroja hacia lo más material, lo más banal, su palabra no tarda mucho en hacer efecto. Me sirve de bálsamo y me despierta. Así que vuelvo a estar aquí, donde tenía que estar. Vuelvo a recoger mi esencia, le curo los arañazos y busco con ella mi centro. No debe andar lejos...
Sé que esto no podría hacerlo sola (a saber dónde andaría ahora mismo...). Y al mismo tiempo su inmensa presencia me hace sentir lo pequeña que soy sin él. Porque al cabo del día, cuando el resto del mundo está a lo suyo, a su vida, a lo que les preocupa y ocupa, a todo ese espacio en el que descubres tu ausencia, en ese momento sé que sólo le tengo a él. Asusta. Es cierto. Pero me da tanta seguridad saber que nunca jamás me falla... Estamos solos, él y yo, en este nuestro mundo. Las palabras se las lleva el viento. Las personas te fallan cuando tienen lo que buscan fuera de ti. El mundo ha hecho del egoísmo su valor más supremo y universal. Sacia sus necesidades, absorbe lo que necesita de ti y después te desecha. Incluso cuando crees que no lo hará. Cuando te convences de la realidad de unos sentimientos que sólo lo son a ratos, a impulsos. Sólo en los momentos en que no hay nada más.
No existe una auténtica entrega fuera de nuestro espacio. Es así, amor. Después de ti y de mí no hay nada. Tendremos que bastarnos. No crees? Mientras tú estés todo está bien. Ya sabes que yo no soy a momentos. Soy yo todo el tiempo. Siempre. La entrega hacia el que me demuestra es absoluta. Me tienes para lo que quieras. Y más allá.

martes, 22 de septiembre de 2009

Alma ausente

Muchos días sin pasar por aquí... Ya os dije que me estaba planteando seguir con esto. Alguien muy sabio me dijo que simplemente no me lo plantease, que me pasase cuando quisiera y punto. También he tenido fuentes de desánimo insinuándome que tampoco es que esto sea lo mío (no pretendo escribir mejor que nadie, sólo escribir). Y creo que al final he pensado que... mejor no pensar.
Días extraños. Vaya novedad. No podría hacer un resumen de las muchas cosas que me han interesado estos días, así que voy a destacar una noticia que hoy me ha hecho evocar muchas cosas. Por fin parece que comienzan los trabajos para la apertura de la fosa donde se supone que está Lorca. Creo que si pudiese estar presente en el momento en que descubran sus restos sería uno de los instantes más emocionantes de mi vida.
Dentro de superlatividad que caracteriza  muchos de mis sentires, ya sabéis que profeso una profunda admiración por varios personajes. Lorca es el mito que siempre ha dirigido mi vida, el faro que me ha guiado por los recovecos de la palabra y de la ideología. Una de esas personas a las que amo sin haber conocido, como a mi abuelo. Y quien diga que no se puede querer a alguien así es que no entiende nada.
El día que mataron a Lorca acabaron con algo más que con un poeta. Su fin encarna el asesinato de aquellas cosas en las que más creo. Aquéllas de las que estoy orgullosa. Aquéllas que me hacen mirar cada día con más recelo la transición y sus supuestos logros.
No llegará el día en que veremos a los asesinos de Lorca delante de un tribunal. No llegará el día en que veamos la dictadura de Franco ante la justicia. Pero espero que sí llegue el día en que se vuelva a instaurar la república como la única forma democrática legitimada y válida. Porque hace demasiados años que intentaron matarnos la ideología y aún estamos esperando que alguien se atreva a dignificar a nuestros muertos, a los que lucharon, a los que perdieron.

ALMA AUSENTE

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.


(Poema de Federico dedicado a un andaluz anónimo que bien podría ser él...)
 

domingo, 30 de agosto de 2009

Enfermedades crónicas

No sé si alguno de vosotros tiene el "privilegio" de padecer alguna
enfermedad crónica. Nada grave, claro. Es lo típico que te dice el
médico: "No se preocupe porque esto no es mortal. Sólo produce
molestias durante toda la vida. Pero nada grave". Padécela tú, no te
jode! Cómo se nota que ningún sabio de estos conoce los síntomas, o
las limitaciones que te produce en tu vida normal, cómo te condiciona
tu cotidianeidad... y el dolor. Fijo que no conocen el dolor.
Yo tengo una de esas comunes. Otro consuelo de tontos: lo tiene mucha
gente (entendiendo como mucha un 7% de la población, por ejemplo. Me
acuerdo mucho del otro 93%...). Molestias las que quieras. Ya os conté
hace un año, más o menos, uno de los episodios que tuve, de los
fuertes, con los que llegas a perder el conocimiento o la noción de ti
mismo por la intensidad del dolor. Pero no pasa nada. "No te vas a
morir por esto". No. Ya lo sé. Pero padécelo tú, vale? Sólo un rato.
No los años y años que me queden de vida (espero) y que serán iguales
uno tras otro... con algo de suerte. No. Padécelo un rato. Sin pensar
que cada crisis que tienes se va a repetir hasta que te canses de
explicárselo a tu entorno. Sólo un ratito. A lo mejor ni lo
aguantabas.
Y luego están esas típicas dolencias que, en teoría, todo el mundo se
cura con este tratamiento, o aquellas pastillas, pero tú, el raro de
turno, llevas un año padeciendo... y tampoco sabes hasta cuándo se va
a alargar. Mira que si se convierte en crónico? Ya sólo me faltaba
eso. Una más para el bote. Pero no pasa nada porque no me voy a morir
de eso. SIMPLEMENTE no podré hacer vida normal. Cojonudo.
Pues ahora haceros a la idea de que tenéis algún órgano interno que
funciona a ratos y mal, un par de articulaciones... o tres... que os
provocan un dolor continuo cada día... y un par de cosas más de las
que ya no vale la pena ni hablar. Os lo imagináis padeciéndolo cada
día de vuestra vida. Nada grave. Sólo molestias continuas que nos os
permiten hacer los gestos normales de cada día, planificar un viaje o,
que digo, un día cualquiera sin saber si vas a tener que buscar alguna
urgente solución de emergencia, o, simplemente, hacer tareas y
dedicaciones ociosas porque no tenéis ni la más mínima fuerza para
ello. Y después, cuando pongáis a prueba vuestra empatía, explicadme
si no os deprimiríais cada cierto tiempo. No pasa nada. No me voy a
morir de ninguna de éstas. Pero sabéis lo que pienso? Que os será
imposible sentir algo parecido porque, por desgracia, sólo lo sabe
quien lo padece.

martes, 25 de agosto de 2009

Mi abuelo

Hoy hace 34 años que murió mi abuelo Juan. Al principio de este blog os conté alguna cosilla sobre él. Creo que si tuviese que definirle, sin haberle conocido, diría que ante todo era una muy buena persona.
Pues hoy, ahora, a las 20 horas será el aniversario de su muerte. Yo ya existía sin que mis padres lo supieran aún. Bueno, no exactamente yo, sino una pequeña célula que después, por casualidad, se convertiría en lo que soy ahora. Dicen los creyentes que una muerte puede estar ligada a un nacimiento. Que se puede crear un vínculo especial de tal manera que la persona que se va deja algo en la que viene. A mí me costó existir por muchos motivos. También nacer. Nunca sabré si hay un porqué. Nunca sabré si me protegía o no, si en los pasos que he ido dando desde entonces ha estado a mi lado. Ojalá fuese así.
No soy creyente pero muchas veces hablo con él. En los peores momentos le pido cosas, le pido que me proteja, a mí y a los que quiero, y en los mejores le doy las gracias... quizás pensando que ha tenido algo que ver. O deseándolo.
En estos momentos me encantaría creer. Me gustaría para decirle que le añoro sin haberle conocido, que le quiero por las cosas que he recibido de él en la inmensa o mínima distancia que ha habido entre nosotros desde que existo. No sé por qué. Mi madre tendrá mucho que ver...
Y sabes por qué te quiero abuelo? Porque hacen falta personas como tú en el mundo. Porque entre esta jauría de alimañas que nos rodea tú representas para mí el ideal de bondad, de sacrificio, de humildad, de ejemplo. No pudiste estudiar mucho, lo mínimo, porque tu familia necesitaba que trabajaras, y te ibas con un burro lleno de castañas cada día al pueblo de al lado para ganarte el pan. Siendo un niño. Pues abuelo, a mí me ha servido tu ejemplo para luchar en esta vida. Y aunque lo he tenido fácil comparado con lo que tú y muchos como tú vivisteis, todo lo que he conseguido ha sido gracias a mi esfuerzo, con mucha humildad y sin intentar pisar a nadie.
Pero contigo sobre todo he aprendido que se pueden echar de menos personas y lugares que no has conocido, que las raíces están donde te sientes a gusto y querido, y que los lazos los creas tú, sin que los imponga nadie.
Hace 34 años nos dejaste y yo empezaba a existir. Me perdí poder compartir contigo muchas cosas. Pero me has dejado tantas que te siento a mi lado... muy cerca... en estos momentos. Siempre te querré abuelo. Estés donde estés.

jueves, 13 de agosto de 2009

Amante y amado

Últimamente estoy reflexionando sobre el esfuerzo que dedico a darme a los demás. Intentaré explicarme. Antonio Gala, refiriéndose a las relaciones de pareja, siempre dice que de las dos personas que la conforman (es lo suyo) uno adopta el papel de amante y otro el de amado, uno tira más de la relación y el otro se deja querer. No sólo depende del carácter de cada uno, sino de la interacción de dos personalidades que con otros individuos se comportarían de forma diferente. Es decir, podemos ser amantes en una relación y amados en otra. Es evidente que la posición fácil es la segunda. No sé si todos la preferimos, pero creo que en la mayoría de las ocasiones nos sentimos más cómodos cuando alguien nos lo da casi todo hecho.
Yo extendería este juego de actores a todo tipo de relaciones personales. Y analizando mi contexto me he dado cuenta de que, efectivamente, adopto diferentes papeles dependiendo del sujeto con quien entable el lazo correspondiente. Y sí, me siento infinitamente más cómoda en el papel de amado. No sé si mi condición es vaga de origen, pero es la realidad.
Mi reflexión es, ¿sólo puedo ser amado? ¿sólo quiero ser amado? En los momentos y relaciones en que tengo o he tenido que tirar, hacerme cargo del mayor peso de la interacción para que funcione, acabo por sentirme cansada y por pedir más participación de la otra parte. Siempre en un principio pienso que podré hacerlo, que no me importará, y al cabo del tiempo empiezo a recelar del otro. ¿Por qué coño tengo que ser yo la que vaya, la que llame, la que cuide, la que mime?
En la mayoría de las ocasiones, y cuando me ha sido posible hacerlo, he dejado de ser amante y me he retirado. No conseguía mantener la motivación para la realización del esfuerzo. Y cuando no he tenido la posibilidad de dejar esa relación por imperativos varios, se ha deteriorado porque, o bien se convierte en una obligación molesta, o bien ... el interés se va perdiendo hasta que el curso de los acontecimientos permite que se convierta en una de la relaciones que sí puedo romper.
Yo creo que para que una relación personal funcione los dos tienen que asumir ambos roles por igual, incluso aunque uno por su naturaleza necesite más que el otro. Y, aunque parezca lo contrario, no llego a esta reflexión para justificar las veces que he dejado mi papel de amante provocando que la relación que sea terminase, puesto que en estos casos siempre culparé al que en su papel de amado no hizo nada por evitarlo; sino precisamente para decirme a mí misma que en las relaciones en las que me he asentado en mi papel de amada debo cambiar mi actitud y empezar a cuidar a mis amantes porque sino un día de estos se cansarán de cuidarme... como me pasa a mí.
 
PD: Aún no he decidido el papel de este blog, gran protagonista y precursor de la definición de amante.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Trece rosas

Hoy hace 70 años que las mataron. Iba a escribir sobre ello, pero he encontrado este artículo del hijo de Carmen y creo que no es necesario añadir nada más. Por su memoria.
 
Las mejores rosas del jardín
 
Hoy, cinco de agosto vuelvo a la cita. No podía ser menos. Aquí quiero estar con vosotras, aunque no estéis. Anoche os busqué en el cielo claro y estrellado, y os encontré. Brillando con luz propia. Allí estabais, Julia, Martina, Dioni, Carmen, Pilar, Blanca, y las demás, todas estabais allí. Brillando con luz propia. Trece estrellas fulgurantes, hermosas, resplandecientes.
 
 A pesar de la ignominia a que os sometieron que terminó con vuestro fusilamiento. A pesar de haber acabado con vuestras trece jóvenes vidas, habéis de saber que no os vencieron. Que después de setenta años, ese crimen miserable, lleno de odio y sinrazón, no ha conseguido marchitaros.

Y necesité buscaros. Y allí estabais, en el cielo, junto con otra estrella reluciente, ella tuvo más suerte, pudo salvarse del crimen. La prueba soy yo, que estoy aquí. Carmen, mi madre, que os acompañó en la cárcel de Ventas en vuestros últimos días, hoy está también allí con vosotras, a vuestro lado. Me lo imaginaba. Fugaz, se encendía y se apagaba, como guiñándome un ojo, sé que me decía: Hijo, haz lo posible, que su nombre no se borre de la histora, se lo merecen. Y aquí estoy, intentándolo.
 
Les guste o no, que sé que no les gusta, vosotras estáis allí, alumbrándonos, habéis entrado en la historia. Queda mucho por hacer, pero hoy, mis queridas rosas, muchos artículos han hablado y hablan de vosotras, dos magníficos libros os tienen como protagonistas, una película mantiene vuestro recuerdo, hoy puedo pasear cuando estoy en Rivas  por la Avenida de las Trece Rosas, y me lleno de orgullo y emoción cuando me acerco a ver esa placa que os recuerda en el cementerio de la Almudena , porque vuestra simiente ha hecho crecer un sentimiento de justicia que no ha de parar hasta que vuestra memoria, y la de todos los que sufrieron represión, tortura o muerte por el franquismo, haya sido honrada.
 
Hoy, somos muchos y lo vamos a conseguir. A pesar de toda la derechona que no quiere oír hablar de vosotras porque se siente culpable. A pesar de que han sido muchos los años que no os podíamos nombrar, hoy estáis ahí, con nosotros, junto a nosotros, dándonos fuerza. Y haremos lo imposible por dignificaros. Ese es nuestro compromiso.
Un beso para todas. Y también para ti, madre.

¡QUE VUESTRO NOMBRE NO SE BORRE DE LA HISTORIA!

Salud y República
 
 

domingo, 2 de agosto de 2009

Diego y Carlos

Una bandera a media asta. Una forma de expresar el luto oficial. Pero qué hay de oficial en un luto. Es igual, me emociona.
Cuando miro a la gente por la calle no siento el luto, el dolor. Pobrecitos, tan jóvenes. Y uno era de aquí. Cuántas veces hemos podido oir estas 2 frases estos días. Lo siento, a mí no me basta. Sigo sintiendo como que no pasa nada. Dos nombres más.
Hace unos meses escribí exactamente sobre lo mismo. La verdad es que me da miedo sentir el vacío que veo en los insensibles ojos de la gente. Hay que seguir con la vida. Por supuesto. Quién ha dicho que no haya que hacerlo. El problema es que no se puede seguir IGUAL con la vida. No. Cada vez que matan a alguien esa vida tiene menos sentido. Se hacen más absurdos los convencionalismos y las frases hechas, si es que alguna vez no lo fueron. Nada es igual porque Diego y Carlos están muertos. Los han matado.
Muchos de nosotros hemos salido a la calle en infinidad de ocasiones. Quizá la primera que recuerdo como la que me hizo más adulta en este tema fue la de Miguel Ángel Blanco. Quise luchar cuando aún estaba vivo. Para mí era importante expresar mi lucha cuando aún había algo que hacer. Pintarme las manos de blanco y sentir el miedo. Voy a intentar seguir en la esperanza y por eso os dejo esta letra maravillosa de Rosana. No sé si llegaremos a tiempo. Algunos sí. Y esta entrada no significa que haya decidido seguir escribiendo. Es para recordarme que cosas como ésta son las que le dan sentido a la lucha.

Si te arrancan al niño, que llevamos por dentro,
Si te quitan la teta y te cambian de cuento
No te tragues la pena, porque no estamos muertos
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Si te anclaran las alas, en el muelle del viento
Yo te espero un segundo en la orilla del tiempo
Llegarás cuando vayas más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo

Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la respiración
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón
.

Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo, te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar
.

Si robaran el mapa del país de los sueños
Siempre queda el camino que te late por dentro
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Mejor lento que parado, desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la imaginación

No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón.

Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar.

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo
Si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegarás cuando vayas, más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo
.

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo
Si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegarás cuando vayas, más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

domingo, 26 de julio de 2009

Cierre?

Es difícil de explicar. Hace unos días empecé mi segundo relato. Conseguí escribir 2 páginas en 2 días diferentes. Pero ahora soy incapaz de seguir. No creo que vaya a ser incapaz siempre, simplemente lo soy ahora. O no. Pero no puedo.
Hoy hace un año que nos mudamos. Decir la típica frase "cómo pasa el tiempo" sería eso, típico, que no inadecuado. La verdad es que han pasado muchas cosas durante este año. Y lo curioso es que he aprendido de todas de una manera que a mí misma me sorprende. Me siento mejor. Hace un tiempo era incapaz de procesar los acontecimientos que se iban sucediendo en mi vida y convertirlos en experiencias más o menos provechosas, pero con sentido. Cada día ocurre algo de lo que podemos aprender. Eso es algo que he entendido este año de una manera más didáctica.
Ahora mismo, a esta hora, si tuviera que decidir qué hacer con este blog diría que cerrarlo. Es cierto. Hoy tengo una sensación de vacío extraña con respecto a la escritura. Lo digo, simplemente, porque aún no sé qué hacer. Puede que mañana crea que lo que he aprendido durante este año es que debo seguir escribiendo pero hoy no lo veo así sino todo lo contrario. Ésa soy yo. No es una cuestión de negatividad o de bajón... Lo que realmente he entendido este año es que escribo cuando siento. Y eso me hace preguntarme ¿seré capaz de sentir siempre para poder escribir? Que soy una persona extremadamente sensible es una obviedad. Pero, soy consciente del daño que me hace a veces escribir sobre ello? En varios momentos en que me he puesto a transcribir un sentimiento poderoso me he quedado en una situación lamentable para mí.. Vale la pena? Eso es lo que me tengo que plantear.
Ya os contaré. O no...

miércoles, 15 de julio de 2009

Autenticidad

Hace más días de los que desearía que no paso por aquí. No es ninguna excusa pero quería reforzar mi dedicación "escritora" en el relato que tengo en mente... Y curiosamente sigo dándole vueltas y sin escribir ni una palabra. Eso sí, en estas vacaciones he retomado mi afición lectora, o mejor dicho, el ritmo lector que deseaba recuperar hace tiempo. Lo necesitaba.
Hoy, curiosamente, que no tengo un gran día (sobre todo por cuestiones físicas centradas en un persistente dolor de cabeza que me persigue desde el mediodía) me he decidido por desbloquear el blog sin un tema concreto al que dedicar esta entrada. Y así, improvisando, se me ocurre algo ¿somos sinceros realmente en nuestras relaciones diarias? ¿No os sorprendéis muchas veces haciendo esfuerzos por mantener situaciones sociales, e incluso personales, que no os convencen pero que, simplemente, tampoco tenéis el coraje de eliminar?
Supongo que la respuesta general sería que sí, por lo evidente, pero a veces me pregunto hasta qué punto vale la pena. Me sorprendo perdiendo el tiempo en circunstancias y con personas a las que, desde la profundidad de quien soy, no dedicaría ni un minuto. Y no me refiero al contexto laboral que supone una obligación por sí mismo. No sé. Yo creo que nos forzamos a ser amables o a mantener las formas con gente que no nos aporta nada para no parecer unos bordes y seguir con los esquemas prefijados como normales por esa maldita mayoría tan odiada por mí. Es más, esa absurda dedicación me quita un tiempo muy valioso que podría dedicar a otras muchísimo más interesantes y enriquecedoras.
Mi situación es de privilegio, como no me canso de decir. Exceptuando las horas que, como todo el mundo, debo dedicar al trabajo, y gracias al esfuerzo realizado con anterioridad, puedo dedicar mi tiempo libre a lo que se me antoja. Observo, continuamente y en mi contexto más cercano, a personas que no tienen esa opción. Pero también veo cómo ellas mismas se imponen tareas inútiles. Y no me excluyo, evidentemente. Me preocupa que la gestión del tiempo no observe las prioridades que deberían ser las reales, las auténticas, como es estar con la gente que realmente queremos (no me he cansado de repetirlo últimamente), o hacer las cosas que nos llenan. Pero bueno, como siempre le doy vueltas a cosas que me temo que sólo me planteo yo y que, por tanto, pueden resultar inútiles... o no. Una propuesta: fijaos mañana en la cantidad de tiempo que perdéis en personas y cosas inútiles en vuestra vida pero por vuestra propia imposición y no por obligaciones laborales. Ya me contaréis...

martes, 7 de julio de 2009

2 días

Esta mañana he tenido un pequeño susto. Reventón en medio de la autopista y por el carril de la izquierda. He tenido que ir rodando con la llanta hasta la derecha... Bueno, no os voy a contar todo el proceso. El caso es que después de volver a casa y pegarme una ducha le he empezado a dar vueltas a la cabeza. Qué raro, no? Puede que sea una tontería pero he empezado a pensar... qué hubiese pasado si hubiese sido una rueda delantera? Y si me enviste un coche por detrás (a 120 kilómetros)? Bueno, puede que sean neuras de las mías, pero no deja de ser una posiblidad.
Y que os voy a decir que no sepáis ya. Que la vida son dos días. Por supuesto. Pero sabéis lo más fuerte? Que he empezado a pensar en cómo repercutiría en mi gente el que yo dejase de existir. No es una cuestión de egocentrismo. Simplemente me he dado cuenta de que habría varias personas que no lo superarían nunca. Igual que yo no soportaría perderlas. Algunas ausencias, aunque dolorosas porque todas lo son, las vas asimilando. Pasa el tiempo y en cierta manera vas viviendo con ello hasta que se transforma en parte de tu memoria. Pero otras estoy convencida de que te marcan de por vida. Nunca podrás ser la misma persona sin ellas porque forman parte de lo que tú eres.
Pues desde esa reflexión sé que para algunos de vosotros sería una pérdida que superaríais. Con dolor, lo sé, incluso mucho. Pero, es normal, vuestra vida seguiría y al pasar el tiempo muchos días no os acordarías de mí. Incluso durante meses o años. Es ley de vida.
Pero otros... incluso algunos de los que no están aquí... Me duele más pensar en que os dejaría solos porque al fin y al cabo yo ya no me enteraría de nada.
Es cierto que, como ya habréis comprobado, últimamente estoy algo obsesionada con el tema de las pérdidas y de la muerte. Hoy no pretendía escribir una entrada de cierto componente literario para explicar de una forma algo prosaica una anécdota o una reflexión. Hoy simplemente os animo a hacer algo que por obvio no deja de ser necesario recordarlo. Cuidad a los que queréis. No dejéis que se alejen de vosotros. Y si los necesitáis cada día no dejéis de acudir a ellos, a pesar de lo que nos condiciona la vida, la cotidianeidad. No cuesta tanto dedicar media hora al día a escribir un correo o a hacer una llamada. Si realmente queréis a alguien intentad tenerlo cerca de la forma que sea posible. Intentad no dejar de ver su rostro ni una semana de vuestra vida si es posible. Lo sé, soy una pesada con este tema, pero, de verdad, que alguien me diga si hay algo más importante en la vida. Yo creo que no. Esto dura 2 días.

viernes, 3 de julio de 2009

Balanza

Otra vez Grey. Y otra vez el tema de la anterior entrada. Reconozco que me está obsesionando más tiempo del debido. Pero el asunto se lo merece. Porque, en definitiva, qué somos? por qué estamos aquí?
Hace mucho tiempo, exactamente cuando tenía unos 6 años, le hice esas preguntas a mi madre. La pobre puso cara de susto y me respondió con lo que ella tenía: la fe. Entonces me sirvió. Hoy tengo 33 y ya no me sirve. Es lo que tiene crecer para muchos. Te planteas tantas cosas y a un nivel de complejidad tan elevado que las respuestas sencillas y sin fundamento racional se desvanecen entre los dedos. Y aquí llega el señor sufrimiento. Porque en eso se resume todo, en poner en una balanza todo lo horrible y todo lo bello y hacerlo oscilar. Por su propio peso. Hacia dónde caerá? Pues unos días hacia un lado y otros hacia otro.
Pero tranquilos, no me voy a poner drámatica. Sigo pensando que hay más cosas positivas que negativas. Al menos en mi mundo, en la vida que me ha tocado vivir. Soy uno de los privilegiados del primer mundo. Además, mi esfuerzo me ha procurado una vida que hoy es fácil y tengo gente maravillosa a mi lado. Ahí, ahí está la clave. Tengo a gente maravillosa a mi lado. Toda esa gente que quiero tanto que sufro pensando en su posible pérdida.
El gran tema. Las pérdidas. Un amigo me ha hecho pensar que quizás no vale la pena tener hijos. Puedes sufrir como un puto perro (perdón por el símil) si tienes un hijo y no está bien. En cualquier sentido. Es cierto. Me he planteado millones de veces si sería capaz de soportarlo. Pero no son sólo los hijos. Es todo. Se puede soportar la pérdida? Muchos de vosotros me contestarías mejor a esta pregunta de lo que lo puedo hacer yo. De hecho a veces os miro y me provoca admiración ver como seguís en la lucha después de ese dolor. Durante ese dolor. Nunca me atrevo a preguntaros por miedo a haceros sufrir más... Pero me fascina y os observo con toda la admiración que puedo acumular.
Por tanto, y si consigo una conclusión voy a intentar escribirla: amar nos hace sufrir, pero pesa más en la balanza. Infinitamente más. Y voy a arriesgarme a sufrir por los que quiero porque les quiero demasiado para dejarles ir, para huir de ellos. Y si tengo la suerte de encontrar más gente a la que querer, aunque con la que tengo confieso que ya me siento plena, seguiré apostando por ese lado de la oscilación. Porque este mundo no es nada sin los lazos de los que os hablaba. Aunque a veces te hagan añicos el alma.

domingo, 28 de junio de 2009

Dependencias

A veces los miedos nos bloquean. Y las consecuencias pueden ser peores de lo que pensamos. Uno de los que me viene con mayor frecuencia de la debida es el miedo a sufrir. Y con él viene el propio sufrimiento aunque resulte paradójico.
Una frase de Grey que me encantó: "Cuando te permites querer a alguien se acumula otra posibilidad de pérdida". Yo no soy de querer a mucha gente, aunque reconozco que a veces se usa esa acción como común y con un sentido superfluo. Supongo que deberíamos reservar ese verbo para cuando uno realmente lo siente. Creo que ni siquiera podemos decir que queremos a todos los "amigos" que tenemos, entendiéndolos como todos aquellos conocidos con los que compartimos algo más, a los que les tenemos un cariño, un aprecio y con los que podríamos compartir incluso muchas experiencias. Para mí se quiere a alguien cuando sientes que has creado una necesidad, una dependencia emocional real. Si no concibes la vida sin la contribución que te supone una persona, sea en el ámbito que sea, entonces es que realmente la quieres.
Y ahí es cuando aparece el miedo. Mis dependencias son muy limitadas. Me sobran los dedos de una mano para contarlas. Bueno, ahora son los justos, más o menos. Pero uno se acostumbra a sentirlo por sus padres, sus hermanos, su pareja o sus hijos... Es lo normal. El problema viene cuando lo sientes por primera vez por un amigo y no estás acostumbrado a ello. El área de control o de incidencia vital puede ser más relativo. Querer a alguien te provoca el miedo a no tenerlo cuando lo necesitas y el problema es que lo necesitas siempre, todos los días de tu vida. Una dependencia más que te hace vulnerable y más débil.
La pregunta es ¿vale la pena? ¿me compensa? Y la respuesta está en lo que te aporta. Cuando dejas de lado tu naturaleza anticipatoria y disfrutas de la persona con la que has creado ese vínculo te das cuenta de por qué lo has creado, sobre todo porque surge de una forma espontánea y derivada de tu forma de ser. Se ha ido haciendo fuerte casi sin darte cuenta y ahora te paras y lo observas e intuyes su fuerza, su implicación. Y te sientes débil, muy débil... al mismo tiempo que un privilegiado. Porque en lo que se resume la vida de una persona es en los lazos que crea, en la gente a la que ha conseguido y se ha permitido querer. No podemos dejar que el miedo nos bloquee hasta el punto de alejarnos de lo que nos hace vulnerables porque es lo mismo que nos hace fuertes y nos define, en definitiva, como las personas que realmente somos.
Así que me tendré que librar de ese miedo y pensar en algo que por sencillo resulta obvio: si esa persona a la que queremos siente el mismo miedo es porque nos quiere igual, porque nos necesita, porque ha creado el mismo vínculo y dependencia. Entonces ¿por qué tenerlo? Nos tendremos siempre el uno al otro. Dejémonos de estupideces, ¿no? ... Y ¿por qué me resulta tan difícil? ...

martes, 16 de junio de 2009

Compasión

El otro día me emocioné mucho (qué raro, a que sí?) viendo un capítulo de Anatomía de Grey. La protagonista, en contra de la opinión de sus colegas, sentía compasión por un condenado a muerte, un asesino de mujeres al que iban a matar en pocos días.
No es un tema novedoso. He reflexionado sobre él en diversas ocasiones. Como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta mi ideología, no sólo política evidentemente, estoy en contra de la pena de muerte. Es un convencimiento sin fisuras y sin excepciones. Muchas veces se ha hecho la reflexión de la condena de este castigo desde la visión "el sistema puede equivocarse y matar a un inocente". Es cierto, que duda cabe. Pero eso, aunque importante, no es lo fundamental. Es decir, lo absurdo es convertir la justicia en una ley del talión, en una vengadora. Se supone que la superioridad moral del sistema debe situarse en otro ángulo y en otra perspectiva. No puede estar al nivel humano de los que cometen un delito sino por encima de ellos. Porque la justicia la imparten los hombres, es cierto, pero debe aplicarse desde la racionalidad, el conocimiento y la superioridad, porque no, de los que legislan. Pero eso es otro tema en el que entraré en otro momento (quizás en la siguiente entrada si no se me olvida).
Todos somos humanos. Y ante la muerte, esa danza medieval que a todos llegaba, nos convertimos en iguales sin remedio. Nos hace sumergirnos en nuestra más profunda debilidad. Ésa que nos cuesta tanto reconocer. El miedo. Muy pocos son los que no demuestran su fragilidad ante lo desconocido, ante el gran descontrol que supone para nuestras vidas su propio fin. Supongo que la mayoría creemos que después no hay nada, aunque algunos puedan ponerle matices. Pero esa nada, ese saber que se acabó, que no volveremos a ver a los que queremos, especialmente ese terror de no poder miraros a los ojos de nuevo, es lo auténticamente terrible. Y ese sentimiento lo tienen hasta los que más daño han podido hacer en esta vida.
Y yo me pregunto: acaso se puede ser impasible ante el dolor humano? Aunque ellos lo hayan podido ser, somos cómo ellos? No somos mejores? Nuestra moral, no es superior? Yo creo que sí. O al menos en mi caso sí. No voy a cegarme con el odio. No voy a ser tan cruel y fría como para situarme en un tribunal y decidir que alguien no merece vivir. Nosotros no somos como ellos. Y quien no sienta compasión creo que tiene un problema.

viernes, 5 de junio de 2009

Escribir

No he abandonado el blog. Y tampoco me he tomado un descanso ni me ha invadido la pereza. Es que he estado liada con un relato hasta el domingo pasado. Bueno, algunos ya lo sabíais.
No sé si les pasa a muchos "escritores", pero me he dado cuenta de que cuando quiero escribir algo más ficticio recurro a experiencias y sensaciones muy cercanas, íntimas diría yo. No es que no me invente la historia, sino que monto su entramado a partir de hechos vividos y sentimientos muy míos. Aunque el resultado sea algo distante a mi realidad. Quizás eso significa que no soy buena novelando, pero es lo que me sale.
Lo que sí he comprobado es que agota muchísimo. Es más difícil de lo que pueda parecer. Siempre lo he sabido, en realidad.
Supongo que por defecto profesional siento una especial admiración por los artistas en general porque hacen lo más bello que se puede hacer en este mundo: crear y hacer disfrutar a la gente con su arte, permitir al mundo que se evada con su obra. Luego está que sepamos apreciarlo o no. Creo que no hay nada más triste que no saber reconocer en la cultura lo más hermoso de lo que es capaz el hombre. Yo, por si acaso, espero poder disfrutarlo siempre.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Lo siento

A veces hay estados de ánimo que provocan asociaciones extrañas de pensamientos, de sensaciones. Hoy he ido saltando desde ese sentir especial que me ha tocado vivir, por diferentes sensaciones que me han llevado a querer decir cosas, enviar correos, mensajes, disculpas, que no he dicho ni he hecho. Hoy mis barreras han sido más fuertes y me he fallado a mí misma y a mi singularidad.
Y he llegado hasta aquí, con este enlace a un vídeo que para mí significa muchas cosas. Algún día, a lo mejor mañana, las explicaré. A veces uno necesita llorar, desahogarse, y busca la forma más íntima de hacerlo sin que nadie lo vea. Qué difícil es explicar lo que se siente en cada momento. Por eso me gusta desvariar en este espacio...
Para el que lo reciba, siento mucho ser tan rara, tan exigente, tan complicada, tan necesitada de apoyo, de cariño. Siento mucho pedirlo todo, quererlo todo perfecto dentro de la imperfección, buscar el análisis más profundo, lo que yo haría o daría tenerlo en vosotros... Pero soy así y ni siquiera sé si quiero cambiar. Sería la misma persona si lo hiciera?
La intensidad con la que necesito vivir los sentimientos que me provoca la vida no está acorde la mayoría de veces con lo que recibo. Ésa es mi cruz. No es sólo sensibilidad, es muchas más cosas. Y, francamente, aún no sé si algún día seré capaz de hacerme entender.
Bueno, a lo que iba. Para mí este vídeo significa todo aquello que no ha existido. La pérdida de oportunidades en su expresión más brutal. Todo lo que podría haber sido y no fue. Pero no sólo porque no nos hayan dejado. Por nosotros mismos.


sábado, 16 de mayo de 2009

Oportunidades... ¿perdidas?

Esa típica frase que nos recuerda que uno no es consciente de lo que tiene hasta que lo pierde la tengo muy presente en muchos momentos. Ocurren cosas cada día que me hacen pensar en ella. Qué difícil es tomar consciencia de lo que tenemos en las manos y dejamos escapar un día tras otro. Se presentan oportunidades que nos harían más felices, que nos brindarían momentos plenos para recordar toda nuestra vida. Y para mí esas oportunidades siempre suelen ir ligadas a las personas, sean otros o uno mismo.
Miles de barreras que nos imponemos de forma continua y enfermiza nos impiden disfrutar de lo verdaderamente importante que tiene la vida. Por qué? Yo creo que las razones son muy evidentes. Nos hemos creído que las cosas hay que hacerlas de una manera, el tema de siempre, como hemos aprendido que se deben hacer. O como creemos que es la forma correcta. Pero es evidente que no lo es cuando nos estamos cerrando a infinitas posibilidades de ser felices.
Las cosas son como son porque nosotros queremos que lo sean. Qué es exactamente lo que nos da miedo? Sufrir? Tener una decepción? Por eso dejamos pasar la vida sin sobresaltos? Sin arriesgarse? Acaso es un riesgo romper corazas y barreras? Somos conscientes de lo que nos estamos perdiendo?
Cobardía. En eso supongo que se resume todo. Pero no lo digo con rabia sino con tristeza. Es una pena que no seamos capaces de hacer lo que realmente queremos hacer y sentimos. Descolgar un auricular para hablar con la persona que queremos hablar. Escribir un correo que hace tiempo que queremos escribir. Decirle a alguien algo que nunca nos atrevemos a decir. Ir a un lugar al que siempre hemos querido ir. Ser lo que siempre hemos querido ser. Y no hablo de imposibles, de metas difíciles que no estén a nuestro alcance. Hablo de cosas de la cotidianeidad, que tenemos en nuestra mano, y que se quedan ahí. Sin hacer. Sin disfrutar.
Y pasa el tiempo y te das cuenta de que perdiste esa oportunidad, esa persona, ese momento, porque no fuiste, ni siquiera valiente, simplemente sincero contigo mismo. Y, siento mucho deciros esto, pero hay cosas que no vuelven, sensaciones que vuelan, personas que se escapan, amigos que se pierden. Y todo porque no descolgamos el teléfono, porque no escribimos ese correo, porque no dijimos aquellas palabras, no fuimos a aquel lugar, no intentamos siquiera ser lo que queríamos ser.
Yo intento cada día, aunque sólo sea un poco, decir y hacer lo que siento cuando lo siento. Me suelo encontrar con barreras. Las mías intento destruirlas. Las de los otros no están en mis manos, aunque intente hacer todo lo posible para que no existan. Os animo a que hagáis lo mismo. Te animo a que tú también lo pruebes. Quizás así no pase el tiempo y un día te acuerdes de que por no hacer algo que estaba a tu alcance perdiste lo irrecuperable. Piénsalo.

martes, 12 de mayo de 2009

Insomnio

Llevo ya unos cuantos días que me cuesta la vida dormir. Seguramente desde mi última entrada en este blog. Mi cabeza es como un mejunje infinito de pensamientos y sensaciones que no puedo definir. Desde la ilusión a lo depresivo, pasando por toda la gama de colores. No puedo decir que me encuentre mal pero tampoco que me encuentre bien.
Hoy me han definido unos cuantos compañeros como una persona rara... pero de buen rollo. Es curioso pero es algo que tengo mucho más que asumido. Tiene cosas negativas pero, por encima de todo, positivas. Ser diferente, como me decía una psicóloga, es ser extraordinario, romper los moldes de lo usual y corriente. Creo que alguna vez ya he hablado sobre esto. Mi rareza me hace estar aquí ahora sentada desvariando, que no escribiendo, para intentar descubrir qué es lo que no me deja dormir. Creo que en el fondo lo sé. Así que me voy a dormir...
Buenas noches

viernes, 8 de mayo de 2009

Lecciones

Cuando era pequeña, o incluso no tanto, había algo que siempre hacía encender mi sangre: las injusticias. Cuando vivía algo que consideraba injusto, o simplemente lo vislumbraba, mis nervios se aceleraban y empezaba a buscar la manera de combatir aquel hecho, aquella situación; si era posible, con otra acción, y si no, a través de la palabra.
Hoy me siguen acelerando el pulso las injusticias... pero dura un instante. El tiempo que me doy cuenta de que el mundo no se rige por la justicia. Creer que sí es de necios... o dejémoslo en ilusos. Las cosas no suceden en base a ese criterio, simplemente suceden. La lucha debe darse, evidentemente. Uno debe intentar contibuir a lo que considera justo. Pero aún así sólo puede hacer lo que está en su mano, y eso es muy poco.
Qué nos queda? No lo sé... Asumir que el control no existe, que el mundo es muy injusto en muchas ocasiones y que estamos más solos de lo que pensamos.
Hoy me siento sola. Sé que no es justo pero es lo que siento. Me canso de luchar contra muros y de intentar hacer siempre lo correcto, de esforzarme, de formarme, de ser mejor persona, mejor trabajadora... e incluso de ayudar a los demás... Y yo?
No sé... estoy desvariando... Acabo de decir que hay que luchar y me presento rendida. Pero es que estoy extenuada en todos los sentidos... Ni siquiera sé si sirve para algo que escriba esto.
Ahora lo enviaré, me levantaré de la silla y tendré que seguir con lo que se supone que debo seguir. El problema es que desde pequeñita he creído que la vida era algo más... Y a lo mejor resulta que no lo es. Hay alguien ahí? Hoy necesitaría que me levantases... Pero sólo responde el eco en mi cabeza...

jueves, 30 de abril de 2009

Sergi

Quería compartir este vídeo con vosotros para explicaros lo que no supe decir con palabras ayer. Pero quiero añadir algo. Si programas como "Fama ¡a bailar!" me permiten disfrutar de momentos como éste, de descubrir bailarines como Sergi y llorar de emoción viéndole bailar, viéndole sentir la danza y transmitiendo su amor por ella de esta manera, benditos sean y que vengan muchos más. Lo que hace este chico con su cuerpo es absolutamente extraordinario. No puedes dejar de mirarlo. Pero lo que te transmite aún es más fuerte. Hace que te enamores de cada cosa que hace. Seguidle en otros vídeos y nos os arrepentiréis. Es el justo ganador de esta edición. Gracias por hacernos disfrutar.

miércoles, 29 de abril de 2009

Día internacional de la danza

Ya he hablado en varias ocasiones sobre este tema y tengo la sensación de no haber expresado lo que siento. Para mí la danza es la expresión más bella del sentimiento humano a través del cuerpo. No creo que exista ningún espectáculo en el mundo que me pueda emocionar tanto como el baile. Es mi gran sueño frustrado. El único. Y no habrá un sólo día en el que no me arrepienta de haberlo dejado. No habrá un sólo día en el que el paso del tiempo no me recuerde lo duro que es perder algo tan bello por una decisión equivocada.
Todos conocéis el programa de televisión de éxito que en los último tiempos ha devuelto a la danza el reconocimiento que se merece. Me alegro inmensamente de que, aunque sea a través de una especie de reality, se le dé todo el protagonismo que le pertoca. Y quien diga que es un programa más dedicado a la vida en directo es que o no lo ha visto o no lo ha entendido a través de los ojos de los que amamos la danza. Es un de los pocos medios que nos permiten disfrutar de este arte. La emoción que me provoca ver a esos chavales esforzarse hasta la extenuación por un sueño tan bello y verles convertirse en auténticos profesionales a través de su amor por la danza es inmensa.
Hoy me quedaré hasta las tantas, como ayer, para ver la segunda parte del espectáculo que iniciaron ayer. Fue realmente apoteósico, un homenaje al baile con mayúsculas que no debería perderse nadie. Me alegra inmensamente que hoy, un día tan especial, la danza esté donde se merece estar. En lo más alto. Así que si podéis, aunque sólo sea por curiosidad, vedlo. Os sorprenderá, os lo aseguro.

miércoles, 22 de abril de 2009

Abril

Este mes, lo que ha pasado de él, ha sido, como mínimo, curioso. Ha tenido un poco de todo. Bajadas, caídas y vuelta a empezar. Quizá hoy es el día con más altura, y quizá por eso estoy escribiendo. No va a ser una gran entrada, pero aquí estoy.
El día 14 de abril quería dedicar unas palabras a una conmemoración que deseaba celebrar por todo lo alto. Era algo que, en realidad, quería hacer por primera vez como realmente se merece. Desde hace unos años la defensa de la república como forma de estado, de vida, se ha ido volviendo cada vez más importante para mí. Y este último año me he acabado de enamorar de ella, si no lo estaba ya... Parece mentira que uno pueda llegar a amar una idea, una convicción, una lucha, una palabra. Pero ocurre. Es algo obvio.
Pero el día 14 de abril fue un día de bajada. Son cosas que uno no puede controlar (¿acaso controlamos algo?). Y ahí se quedó. En mi mente. Sin celebración externa y con poca interna por las circunstancias.
Otras muchas cosas han hecho de lo transcurrido del mes un tiempo extraño. Pero no voy a añadir mucho más. Y mañana nos plantamos en el día de libro. Ese objeto/concepto tan importante para mí. ¿Qué sería de mí sin los libros, sin la palabra? Mi vida se ha hecho y existe alrededor de la palabra. No sería lo que soy si no me hubiese dedicado a ella. La venero y siempre le rendiré culto. Adoro su poder, su esencia y su vestido. Ojalá pudiese rendirle un auténtico homenaje como mis grandes admirados. Pero realmente no importa. No existe nada más ensalzado que ella.

lunes, 30 de marzo de 2009

Amistad

Que gran tema, verdad? Ahora parecerá que voy a hacer una disertación sobre ese concepto tan amplio y abstracto. Pero no. Precisamente os quería contar que yo lo vivo de una forma muy pequeña y concreta.
Siempre me ha sido algo difícil conectar con la gente. Desde que era muy pequeña me apartaba del grupo cuando no me iba bien lo que hacían y me quedaba sola concentrada en mis cosas. Era eso que las chicas de la guardería o la profesora de parvulitos llamaban "una niña individualista". A veces me he preguntado por qué, otras, sobre todo en la adolescencia, me ha dolido y he intentado, sin éxito, ser una más. Ahora mismo no es un tema que me preocupe. Lo he asimilado como parte de mi personalidad, de lo que me hace diferente.
En realidad siempre he sido muy exigente en todo. Lo he sido conmigo misma, por qué no lo iba a ser con los demás. Puedo parecer muy sociable cuando estoy un poquito a gusto, no importa excesivamente. No me cuesta hablar con la gente y compartir cosas con los que me rodean. Pero amigos... ¡uf! eso para mí es un tema mayor.
Creo que los que son están en este blog. Al menos en mi mente porque seguro que alguno ya habrá desconectado. Otros me consta que efectivamente están y os lo agradezco. Pero sobre todo os doy las gracias por los momentos de felicidad que me brindáis. Porque en esto concreto yo ese gran concepto. En los instantes en que me hacéis sonreir y siento que os importo. Ya sea en el Món tomando una cola zero, viendo como corretea un niño sobre la alfombra, visitando alguna exposición o guiñándome un ojo tras el ordenador. Sabéis que os quiero pero por si acaso hoy os lo voy a recordar.
Pero si me lo permitís hoy me voy a acordar más de uno de vosotros. Será mi segundo regalo (¿o el tercero?). Supongo que es un día agridulce por muchas cosas. Te vendrán mil recuerdos a la cabeza. Sería imposible que no fuera así. Por eso he querido que supieras que estoy aquí para lo que necesites. Eso es la amistad, no? Hay muchas formas de decirlo, pero lo mío son las palabras escritas. Ya sean mías o de otro.
Ya lo he dicho, pero para que no lo olvidéis: Os quiero

domingo, 22 de marzo de 2009

Convencionalismos

El otro día, en una conversación con compañeros de trabajo, de esas típicas que a veces se producen a primera hora cuando uno aún está intentando despertarse, volvió a surgir el tema. Más bien volví a darme cuenta de lo simple que puede llegar a ser el mundo.
Yo, que no soy de verdades absolutas, sí tengo una propia de la que puedo decir que me he ido apropiando con paciencia y nitidez cuanto más ha ido creciendo mi mente. Porque sí señores, la mente crece, aunque hay gente a la que parece que le mengua con el tiempo. De lo que he ido observando y, por tanto, aprendiendo he comprobado que todo es relativo, que uno es como es por dónde ha nacido, con quién ha vivido, en qué tiempo ha crecido, ..., vamos, el famoso "Yo soy yo y mis circunstancias" de Ortega y Gasset desde hace un tiempo lo tengo muy presente. Y creo que el que no lo haga está cayendo en un tremendo error.
Ya comenté algo sobre el tema en otra entrada, "Tópicos", pero no acaba de sorprenderme, y debo decir también enfurecerme, ver cómo la gente reduce su amplitud de miras a un punto muy estrecho.
Nos gusta lo que nos gusta por las circunstancias que hemos vivido, sentimos "normal" lo que sentimos y rechazamos otras tantas cosas porque nos lo han enseñado así, aunque sea indirectamente o subliminalmente. Tenemos que ir vestidos, depilados, limpios, incluso opinar ciertas cosas, rechazar ciertas personas o situaciones, condenar tradiciones o costumbres ajenas, etcétera, etcétera, porque somos lo que recibimos. Sólo aquel que es capaz de separarse de ello, de ser consciente y empezar a pensar por sí mismo discerniendo qué ha recibido, con qué se quiere quedar y qué quiere rechazar, alcanza la madurez moral, emocional y personal que le permite estar en un estadio de evolución más avanzado. Y de esos hay pocos.
A mí me parece muy bien aceptar ciertas costumbres de la sociedad en la que vivimos. Yo también me ducho todos los días, me visto "normalmente", me peino y me depilo, pero ¿eso significa que no puedo entender otras culturas? ¿qué no puedo aceptar y reconocer que si hubiese nacido en África la limpieza sería menor, el vestido muy diferente e incluso más escaso, y lo de depilarme no sabría ni lo que quiere decir? ¿y eso significa que la mujer africana debe ser repulsiva para nosotros?
Porque luego hay otro tema. Desde esa mayoría tan odiada de la que tanto hablo se marcan rechazos a las mujeres con exceso de vello, con rasgos faciales prominentes o menos armoniosos, cadera ancha, ..., u hombres fofos, excesivamente peludos, ... y qué sé yo... Y siempre me pregunto: ¿qué pasaría si tú, ése que condenas todo lo que se sale de lo marcado, tuvieras esos rasgos? ¿o un hijo tuyo? ¿serías tan repulsivamente contrario a lo que no entra en tu normalidad, en la que vosotros habéis fabricado?
Estoy harta. Me encantaría que todos nos mirásemos desde dentro y nos preocupásemos menos de los defectos de los demás, cuando tenemos taras internas, no visibles a simple vista, que nos convierten en auténticos monstruos. Un poquito de relativismo y de respeto por favor.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El lector

Gran película. Tengo suerte últimamente con las historias que elegimos ver, como ya os habréis dado cuenta.
Yo creo que es una película/libro que se centra en el peligro que supone la ignorancia. Es la base sobre la que juegan los manipuladores. Los ignorantes, aquellos que, o bien no han podido tener acceso a la formación y a la cultura (como es el caso), o bien teniendo la oportunidad no la han aprovechado, no se cuestionan las cosas. Si el poder está establecido lo obedecen sin hacer preguntas, sin cuestionarse si es correcto o no. Es más, no son capaces de practicar la crítica como acto humano habitual, de observar las cosas desde diferentes perspectivas para poder realizar un análisis más fidedigno.
La protagonista de "El lector" es una analfabeta. Pero se siente fascinada por el arte en general y por los libros en particular. Busca que se los lean para poder acceder a ellos, desde un orgullo que no le permite aceptar y afirmar su condición o ponerle remedio (al menos en el momento en que su propia vida le demanda que lo haga). Sus circunstancias no le han permitido acceder al saber y ésa es una cruz de la que no se puede librar. 
Y su ignorancia no le permite cuestionarse las obligaciones impuestas por un trabajo que va a marcar su vida. Ella acepta las órdenes del poder y las cumple sin plantearse si son correctas o no, aunque sean aberrantes e inaceptables desde un punto de vista humano. Simplemente debe obedecer porque es su trabajo, es lo que le ha tocado hacer.
Pero ese personaje, en realidad, no está haciendo nada malo. Su fondo, su estructura vital, le hace ser una buena persona. Es una buena persona. Porque el no poder desarrollarnos como seres intelectualmente capaces de cuestionar, de plantear diferentes opciones o alternativas a un hecho o a un comportamiento, no nos convierte en malas personas. Quien no ha tenido acceso a más por sus circunstancias vitales no está obligado a dar más. Y no es su culpa. Es culpa de la sociedad porque ella es la que le ha cerrado las puertas.
Ahí está el debate social que tanto me gusta. Todos tenemos derecho a acceder a la educación y a la cultura con independencia de la clase o la casa en la que hemos nacido. La igualdad debe ser absoluta para permitirnos ser personas completas. Y eso, por desgracia, no existe. Lo más parecido se ha dado en países de corte comunista y siempre ha sido pagando un precio excesivamente alto: la tasa de acceso es la propia libertad.
Rechazo la ignorancia, y en especial la de aquellos que se la han impuesto a sí mismos a pesar de las oportunidades que se han abierto ante ellos. Éstas son las personas que no merecen mi respeto, no los que se han visto condenados a padecerla sin otra opción. Porque la ignorancia impuesta es una condena contra la que deberíamos combatir. El problema es que los que lo debemos hacer, aquellos que hemos tenido el gran privilegio de contar con la oportunidad, no somo muchos. La mayoría se ha quedado ante la oportunidad y no ha accedido a ella. Han pasado de largo, no les ha interesado. Ésa es nuestra cruz. Así como todos aquellos que, aprovechándola, han preferido centrarse en la individualidad antes que en el grupo. Pero ése es otro debate...

lunes, 2 de marzo de 2009

El maestro de la risa

Ayer murió uno de los artistas más queridos por mí. Iba a decir "se fue" pero sería mentir. Cuando ayer, mientras estaba haciendo la comida, Víctor me miró con cara triste y me dijo: "Tengo que darte una mala noticia... lo he leído en un periódico..." Sólo le pregunté con miedo: "¿Ha muerto Rubianes?" No me lo tuvo que confirmar. Volví a sentir cómo se me rompía algo por dentro y sufrí mi duelo. Él que me hizo reír tanto, que las veces que pude verle en directo salí con dolor de estómago de tanto reírme, ayer me hizo llorar con desconsuelo. No podía ser verdad que no lo hubiera vencido. Con la positividad que tenía siempre, ¿cómo es posible que él no lo haya vencido?
Hay gente que se escandaliza pensando que se puede llorar más por el fallecimiento de alguien que no conoces que por el de un familiar. Yo les respondo que la familia es la gente a la que quieres. Ni más ni menos. Y para mí Pepe era más mi familia que algunos que forman parte de ésa llamada de sangre. Era mi familia porque me había alegrado muchos momentos de mi vida, porque adoraba su sonrisa, porque me transmitía una energía que me infundaba felicidad, porque era un hombre libre (como bien dice mi admirado Buenafuente) y porque estaba cargado de verdad en todo lo que decía y en todo lo que hacía. Era la voz de lo que muchos pensamos y callamos porque él tenía la libertad que muchos anhelamos, la de la palabra, la de romper los esquemas sociales impuestos para mantener una imagen externa que es la marcada por los roles de la mayoría.
No quiero despedirme de ti, Pepe. Quiero volver a ir a verte. Quiero reír contigo. Quiero oírte hablar en esas entrevistas con tus amigos que nos enseñaban aún más lo grande que eres, la bondad que irradias. Quiero emocionarme otra vez con una obra como "Lorca eran todos" en la que nos demostrabas tu cultura y tu sensibilidad a través de la admiración por el universal poeta.
Sé que no te has ido... pero siento tu ausencia. No puedo remediarlo. Porque verte era sorprenderse cada día, esperar la genialidad de tu naturalidad provocando la más amplia y sana de nuestras risas. Siento que el presente en el que te escribo se torna en pasado sin darse cuenta porque SÓLO nos queda tu recuerdo. Pero qué grande es ese recuerdo. Qué lleno de vida. Qué lleno de ti.
Te quiero Pepe. Gracias por haber existido. Por haber provocado pequeños grandes momentos de felicidad en mi vida. Esos que hacen que esto merezca la pena.
Me resisto a acabar de escribir esta entrada porque no puedo evitar sentir el dolor de una despedida. Pero haremos una cosa. Dejemos la frase inacabada. Esperaré que seas tú el que lo acabe. Porque no puedes haberte ido. Porque estás aquí en mi mente y en mi corazón. Porque

domingo, 22 de febrero de 2009

Privilegio o condena

Muchas veces me planteo si mi situación es un privilegio o una condena. Sé la opinión que tienen los que lo ven desde fuera: ¡Es un privilegio ser funcionario! ¡No sabes la suerte que tienes! Ahí ya discrepo porque no sé qué tiene que ver la suerte con todo esto... Al menos para los que hemos entrado por oposición...
La cuestión es que muchas veces se me olvidan las condiciones laborales maravillosas que tenemos (los permisos, el horario, el sueldo, ...), lo poco que nos afectan (laboralmente hablando, evidentemente) las pérdidas de puestos de trabajo... No es que se me olvide, es que en la balanza empieza a no pesar tanto... Y observo con envidia a esos profesionales que se dedican a lo que realmente les gusta, que hacen realidad cada día una vocación, o que simplemente se divierten con lo que hacen. Y menos mal que mi única vocación sé que ya es imposible hacerla realidad, al menos como profesión (la danza es lo que tiene, que no perdona el paso de los años y la falta de dedicación). Sé que si no fuese así cada día sería un auténtico martirio...
También reconozco que en tiempos como los que corren ahora plantear esto es casi un sacrilegio, pero es lo que tiene la mente humana, no? No puedo evitar deprimirme, últimamente, cada vez que me despierto y pienso en el trabajo. Y los lunes es aún peor. Cada día ansío con más fuerza que sean las 15 y cada semana que llegue el viernes. Suena mal pero mis sensaciones son lo que son. Cumplo con mis obligaciones porque son eso, obligaciones, y porque me dan de comer. Pero nada más. Simplemente nada más.
No es algo nuevo. Desde que soy funcionaria paso épocas con estos bajones. Supongo que es la prueba irrefutable de que algo va mal. Pero en el fondo y cuando consigo remontar algo el vuelo vuelvo a ser consciente de lo mismo: soy una privilegiada condenada a no realizarse jamás profesionalmente. Y sé que muchos dirían: puedes dejarlo. Claro. Seguro que todos vosotros también podéis dejar vuestros trabajos, ¿verdad? Y congelamos las obligaciones que nos hemos ido imponiendo y los privilegios que hemos ido construyendo a nuestro alrededor para sentirnos mejor. No. Para mí no es posible. Sé cuál es la solución y siempre lo he sabido: la vida empieza a las 15. Ni un minuto antes. Y lo que ocurre entre las 8 y las 15 debo automatizarlo y descargarlo de toda negatividad. Porque si no, me hundiría entre burocracias, tramitaciones y reuniones que acabarían conmigo.
Existe un sueño. El sueño de una única plaza que me permitiría dedicarme, dentro de mi profesión, al mundo al que pertenezco a partir de las 15, al mundo de la cultura. Y voy a ir a por él. Voy a visualizarlo. Ya falta menos. Tengo que conseguirlo. Ya os lo contaré cuando lo haga. Porque lo haré.

viernes, 6 de febrero de 2009

Siete almas... y algo más

Hoy ha sido uno de esos días en los que he tenido que esconderme en la butaca del cine hasta que saliera todo el mundo y salir con la cabeza muy baja intentando que nadie me viera. No sé ni cómo explicar el impacto que me ha provocado esta historia.
La primera escena ya ha sido absolutamente demoledora. Una agresión que demuestra el poder que pueden tener las palabras, en este caso absolutamente destructivo. Curiosamente he tenido que apartar la vista de la pantalla y mi instinto me hacía intentar no escuchar por la incomodidad que me producía. Impresionante.
Desde ese momento, evidentemente, ya he llorado... y ha sido un no cesar hasta el final. Vaya, sí, otra vez llorando la tonta del bote... Sé perfectamente que muchos lo pensarían si leyeran esto... ¿Sabéis lo que más me sorprende? Que alguien pueda no emocionarse con una historia como ésta. ¿En qué mundo vivimos? Desde luego no en el mundo que refleja la película. Una película que habla sobre todo de generosidad y del sentido de la justicia, del valor que puede llegar a tener una buena persona, de cómo podemos llegar a cambiar las vidas de los demás.
Y todo esto me ha vuelto a hacer pensar en la piratería. Esto y una conversación entre compañeros de trabajo. ¡A mí qué me importa lo que se lleve una sociedad general de autores o de lo que sea! A mí lo que me importa es que el músico que me gusta, el actor que me convence, el escritor que me emociona, ... todos aquellos artistas que llenan mi vida con sus creaciones, que ellos reciban algo de lo que yo puedo aportar comprando sus discos, sus libros, o viendo sus películas.
Lo siento... o no. Una vez más me sitúo en la minoría y veo sorprendida cómo robar se ha convertido en actividad común de mucha gente que se considera honrada... y dentro del comportamiento reprochable de la mayoría que lo convierte en aceptado. Pues vuelvo a ponerme de espaldas a la mayoría orgullosa y convencida. El cine, la música y los libros no son más caros en proporción que irse de cena, de copas, tomar un café, un refresco o fumarse un cigarrillo. Todo está caro y no vamos robando lo que nos viene en gana para protestar por las subidas de precios. Y encima con esto estamos robando a una gente absolutamente admirable que pone su talento a nuestro servicio para hacernos felices, para aportarnos sentimientos, con sus historias, con su vida. Siento un gran desprecio por este comportamiento y, a la vez, me siento absolutamente despreciada, rechazada y humillada por la mayoría que vuelve a burlarse de mí en mi cara. Como ya dije hace unos días, reivindico las minorías y su respeto. Quizás en ellas está la verdad. Empiezo a pensar que no es una posibilidad sino un hecho.

lunes, 2 de febrero de 2009

Mi nombre es Harvey Milk

Como buena empática también recojo grandes cosas del cine. Más bien de cualquier historia bien contada, sea en imágenes o en papel, que para el caso todo son palabras.
Esta película que hoy os recomiendo me ha removido algo que a veces se me olvida, aunque no sea, precisamente, el tema central que se trata en ella. La lucha de los homosexuales por la igualdad de derechos la hago mía sin ningún tipo de restricción. Ni siquiera entiendo por qué debemos luchar por algo tan obvio. No entiendo como alguien puede pensar que los homosexuales son diferentes... ¿a qué? ¿a la mayoría?
Eso es lo que a veces se me olvida, lo difícil que es el camino para todas las minorías del mundo. Todas necesitan reivindicar sus derechos ante el monstruo de la mayoría, la odiada mayoría que decide el signo de la democracia muchas veces con demasiados errores.
Yo siempre me he considerado una minoría. Muchos pensaréis que es ridículo, que las minorías son otra cosa. Yo creo que uno pertenece a una minoría cuando se da cuenta de que choca con el muro de la incomprensión en demasiadas situaciones, en demasiados momentos. Yo no entiendo la educación que están dando los padres de hoy a sus hijos, el consumismo que me rodea con una fuerza que me asusta hasta paralizarme, la falta de respeto de la gente por los que no piensan como marcan los esquemas aceptados o simplemente por su mayoría, la piratería, la falta de ideales políticos, la falta de implicación en las luchas sociales. No entiendo todo eso porque no son los valores de mi mundo, y aún así tengo que tragar con ello y callarme para no entrar en un conflicto continuo.
Harvey Milk fue un hombre que defendió una minoría y murió por ello. Le asesinaron porque se atrevió a defender los derechos de los que compartían una condición sexual que no es más que una de las posibles, tan aceptable como cualquier otra. Le asesinó un respetable católico padre de familia. Pero eso da igual. O no (cuantas intolerancias crean las religiones...). Él entró en la discusión, en la lucha, y sin gente como él la igualdad de derechos no habría alcanzado las cotas actuales.
Estoy orgullosa de que mi partido político les reconociera a los homosexuales el derecho al matrimonio y a la adopción. Estoy orgullosa de haber contribuido con mi voto a que esto fuera posible. Ojalá fueran innecesarias medidas como ésta por la obviedad de la igualdad de los seres humanos ante la ley y ante el mundo.
Hoy mi homenaje es a Harvey Milk y a todos aquellos que luchan por las minorías. Les envidio por poseer esa fuerza, esa valentía. Gracias por existir.

domingo, 25 de enero de 2009

Felicidad

Este fin de semana he hecho un descubrimiento que me ha impresionado. No es que sea algo totalmente novedoso, pero el sentimiento que me ha provocado sí. He descubierto que soy feliz. Sí. Quizá alguien pueda pensar que soy una ilusa, pero se equivoca. Una vez más un libro me ha hecho reflexionar sobre todo lo que he conseguido en esta vida. Ya lo he dicho, no es una novedad, no es la primera vez que lo hago o que me doy cuenta, pero es la primera vez que he sentido realmente cómo mi corazón percibía el sentimiento puro y real. ¿Cómo no me había pasado antes? No lo sé...
Tengo a la persona que quiero a mi lado, y eso debería bastar para dar las gracias cada mañana cuando me despierto junto a él. Pero hay mucho más. Tengo una salud más que aceptable, una casa que me encanta, un trabajo privilegiado que he conseguido gracias a mi propio esfuerzo, unas aficiones que me llenan, una familia que me quiere, y un pequeño número de amigos a los que quiero y a los que sé que puedo acudir. Además los sueños se suceden en mi cabeza y todos ellos me ilusionan. Tengo metas y objetivos en la vida que sé que puedo conseguir y el camino hacia ellos, los logrados y los que aún están por llegar, está lleno de experiencia y crecimiento.
No es una ostentación, es lo que siento ahora mismo. Y por eso quería escribirlo, para que no se me olvide nunca. Aunque esta vez sé que es diferente.
Quizá pueda resultar paradójico o algo extraño, pero el pensar en la muerte ha influido para llegar a esta reflexión. Tengo tantas cosas que hacer y tantos sueños que alcanzar antes de que me visite, y tantas cosas que ya he hecho y sueños que he conseguido hasta hoy, que soy por primera vez consciente de que, llegue cuando llegue, seguiré siendo una privilegiada.
Hoy un amigo al que aprecio mucho, a pesar del poco tiempo que hace que nos conocemos, seguramente está en el otro extremo de esta reflexión. O puede que no. Como tantas otras veces he sentido su dolor como mío, aunque fuese sólo por unos instantes. Cuando supe que todo había acabado volví a sentir ese dolor ajeno en mi pecho que siempre hace que se quiebre algo y me observé a mí misma en otro episodio de empatía no por repetido menos importante. Estoy orgullosa de tener esta capacidad, a pesar del daño que me provoca, porque sé que es un privilegio poder experimentarlo.
He recogido un poema para ti que, aunque no refleje exactamente lo que tú ahora estás sintiendo, quizá sí plasme lo que siente alguien muy cercano, esa persona para la cual su mundo hace unos días que se ha parado. No hay mayor pérdida que la que se sufre al perder a tu compañero de viaje, a la persona con la cual has construido tu vida. Creo que estos versos son un reflejo de ello. Un beso enorme.

Parad los relojes

Parad los relojes, descolgad los teléfonos,
impedid que el perro ladre dándole un hueso jugoso.
Silenciad los pianos, y al compás de amortiguados tambores,
sacad fuera el féretro, y dejad que entren los amigos.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto",
poned cintas de luto en los blancos cuellos de los cisnes,
y que los guardias se pongan sus guantes negros de algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música,
pensé que el amor era eterno: estaba equivocado.

No quiero estrellas ahora, haced negra la noche,
retirad la luna, oscureced el sol,
vaciad los océanos y talad los bosques,
porque ahora ya nada podría hacerme ningún bien.

W. H. Auden.

domingo, 11 de enero de 2009

Maestros de la República

Hoy no os recomiendo sólo un libro. Sé que no voy a poder expresar lo que he sentido estos días leyéndolo, teniendo que cogerlo a ratos cortos para que el llanto no me rompiera de un golpe demasiado rotundo el corazón. Sé que muchos, como yo antes de este libro, no conoceréis lo que significó la educación para la Segunda República Española y, por tanto, sus maestros. Ellos sí lo sabían. Todos aquellos que protagonizaron la Represalia contra todos esos hombres y mujeres inocentes que querían llevar la cultura a todos los rincones de España, sabían que eran muy peligrosos. Ellos no empuñaban armas. Ellos creían, como lo hizo la República, su República, que la cultura, el saber, hacía a las personas libres. Porque no hay nadie más fácil de manipular que el ignorante, Porque el que aprende a pensar por sí solo no se cree cualquier cosa que le cuenten.
Hoy mi alma ha quedado rota en mil pedazos ante las 10 historias de 10 maestros que son sólo 10 ejemplos del colectivo represaliado y extinguido por los fascistas. Hoy no soy capaz de expresar nada más que tristeza y rabia, pero también mucho orgullo. Estos días he aprendido a amar más aún a mi gente, a mi ideología, y sobre todo a la Segunda República Española. Tengo prendida en mi alma y en mi corazón la tricolor en todo su esplendor. Hace ya unos años que la descubrí y me enamoré de ella, como ya dije en alguna otra ocasión, pero hoy la llevo dibujada en mi frente en homenaje a todos los que creyeron en ella, a los que murieron por ella, y les quiero decir que les amo, que siempre los llevaré conmigo. Y aunque aún siento muchas veces, con toda la rabia que cabe en mi pecho, que su muerte fue en vano al ver tanta ignorancia a mi alrededor, quiero que sepan que hoy y todos los días de mi vida les voy a rendir homenaje.
Cuando uno descubre una pasión suele hacerlo poco a poco. El enamoramiento más duradero va creciendo dentro del alma y va echando raíces hasta alcanzar una profundidad que lo hace ya indestructible. Poco a poco he ido descubriendo, y lo seguiré haciendo, esta historia de nuestro país, esta época callada, enterrada, que sólo unos pocos nos han contado. Y poco a poco he sentido que es la única realidad en la que creo y con la que me siento identificada. Algo me diferencia de ellos y es lo que me hace ser infinitamente peor que ellos. Yo creo que hay gente que no se merece su lucha, que no deberían participar en algo tan grande como es la democracia. Pero sé cuál es la clave y ellos me la han enseñado: la educación. Una educación partidista, que no enseña a crear un pensamiento libre sino lo que hay que saber y punto, sin discusión, crea el mismo tipo de ignorancia contra la que lucharon. Y el mundo, este país, sigue estando lleno de ignorantes.
En medio de toda esta vorágine de sentimientos veo sus rostros en las fotos de escuela y ante el pelotón de fusilamiento... Y sólo puedo sentir amor y rabia. Muy pocos conocen sus historias. Hoy yo soy una de los afortunados. Descansen en paz.

lunes, 5 de enero de 2009

Como decíamos ayer...

Ya hace unos días que estoy dada de alta. Y no he dicho curada sino de alta. Ya se sabe con las enfermedades musculares. No me encuentro a tope, ni física ni mentalmente. Por eso no he aparecido por aquí. Porque, como tantas otras veces, mi cabeza es un pupurri de pensamientos que aún no puedo estructurar ni analizar.
Todo enlaza con el último artículo que escribí sobre una de mis pasiones, el baile. Curiosamente, creo que lo más importante que me ha pasado en todo este tiempo en que no he escrito ha sido una nueva ruptura de ese mismo sueño del que os hablaba la última vez. Una nueva piedra en el camino me ha parado y me ha recordado que no es tan fácil, que me lo van a poner difícil. Me ha recordado incluso el exceso de empatía del que os hablé en otro momento, la facilidad con la que puedo apreciar a personas de las que tengo muy pocos datos pero que llenan mi vida con cosas que yo considero fundamentales...
Hoy no voy a entrar en todo este galimatías que os he plantado en un momento. Sólo quería volver a asomarme y dejar en cuatro líneas unas sensaciones. Pero voy a seguir con mi lucha particular donde la dejé, y voy a retomar este pequeño sueño con toda la fuerza que se merece. Por el baile, por la literatura, por la política, por la izquierda, por la república, por la amistad, por el amor, ... por la felicidad. Por mi felicidad. Os quiero.