Este mes, lo que ha pasado de él, ha sido, como mínimo, curioso. Ha tenido un poco de todo. Bajadas, caídas y vuelta a empezar. Quizá hoy es el día con más altura, y quizá por eso estoy escribiendo. No va a ser una gran entrada, pero aquí estoy.
El día 14 de abril quería dedicar unas palabras a una conmemoración que deseaba celebrar por todo lo alto. Era algo que, en realidad, quería hacer por primera vez como realmente se merece. Desde hace unos años la defensa de la república como forma de estado, de vida, se ha ido volviendo cada vez más importante para mí. Y este último año me he acabado de enamorar de ella, si no lo estaba ya... Parece mentira que uno pueda llegar a amar una idea, una convicción, una lucha, una palabra. Pero ocurre. Es algo obvio.
Pero el día 14 de abril fue un día de bajada. Son cosas que uno no puede controlar (¿acaso controlamos algo?). Y ahí se quedó. En mi mente. Sin celebración externa y con poca interna por las circunstancias.
Otras muchas cosas han hecho de lo transcurrido del mes un tiempo extraño. Pero no voy a añadir mucho más. Y mañana nos plantamos en el día de libro. Ese objeto/concepto tan importante para mí. ¿Qué sería de mí sin los libros, sin la palabra? Mi vida se ha hecho y existe alrededor de la palabra. No sería lo que soy si no me hubiese dedicado a ella. La venero y siempre le rendiré culto. Adoro su poder, su esencia y su vestido. Ojalá pudiese rendirle un auténtico homenaje como mis grandes admirados. Pero realmente no importa. No existe nada más ensalzado que ella.
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