sábado, 24 de abril de 2010

La rosa blanca

Los gestos pueden tener miles de significados. Tantos como nosotros queramos. Que alguien te regale una rosa blanca, dependiendo de quién sea, en qué momento lo haga o cómo lo haga, puede ser algo tan bello como doloroso.
Dicen que simboliza guardar un secreto. Ayer cuando me la dieron, con el propio gesto que acompañó a su entrega, parecía eso, sólo un secreto. No podía parecer un regalo, ni saberse de quién procedía, ni por qué me la estaba regalando.
Horas más tarde me enteré de la esencia de ese gesto. Parece ser que puedo ser la guardiana única de muchas revelaciones y sentimientos. Eso me honra. Pero ¿cambió algo el momento en el que fue entregada? En parte sí y en parte no.
Soy una persona a la que los gestos la emocionan en su más íntimo detalle. Un beso en la mejilla, una caricia en la mano, un abrazo o una mirada, me pueden hacer temblar como una hoja a punto de caerse. Imaginaos un regalo así... Pues resulta que en ese momento me dolió más que otra cosa.
Todo va a cambiar a partir de ahora. No podemos evitar que las cosas sucedan y modifiquen lo que tenemos y lo que sentimos. Si todo pasa como yo temo, esa rosa blanca será el reflejo de un recuerdo. Sus pétalos, cuando caigan, quedarán entre las páginas de otro libro regalado que fue parte de una despedida y que, por ello, no podré volver a abrir. Si me estoy equivocando, y ojalá sea así, esta foto, esos pétalos y ese libro evocarán en mí, hasta que tenga conciencia de mí misma, la amistad más bella que he tenido nunca en mi vida.
Así que esta entrada va para ti. Para que cuando hagas algo o cuando no hagas nada sepas que siempre, siempre, tendrá una consecuencia en lo que somos, en lo que soy. Es el precio de ser mi amigo. Tendrás que decidir si estás dispuesto a pagarlo.

lunes, 19 de abril de 2010

Tristeza

La verdad es que nunca sabes cuándo va a aparecer. Ni siquiera cuándo considera finalizada su visita. Pero no se olvida, no, siempre acude varias veces en tu vida. Unas se queda más tiempo. Otras son visitas fugaces de ésas de las que casi ni te enteras. Días malos en los que observas su reflejo en un espejo sin saber muy bien si va a entrar o sólo se te queda mirando desde la puerta.
Pero cuando decide quedarse, pasa un día y ahí está, pasan dos, te despiertas y sigue ahí, sentada a los pies de tu cama, dispuesta a amargarte el día con su presencia desde que tomas consciencia de ti mismo... Cuando eso pasa no hay salida. Incluso hay momentos en que se pega tanto a ti que aparece en tus sueños para dejarte sin aliento y sin fuerzas.
Ella y yo nos hemos visto las caras más de una vez desde muy niñas. Nos conocemos bien. Hemos compartido plato, vaso, cama y muchas, muchas lágrimas. Demasiadas. Hacía tiempo que no la veía pero ha tenido que aparecer otra vez. Maldita sea una y mil veces. Conoce mis debilidades y aprieta donde más duele, en la sensación de cansancio, de no poder más, de abandono, de pérdida. Me vuelve a robar aquello que consideraba importante para dejarme desnuda ante ella y reírse de mi debilidad.
Sí, de qué te ríes hija de puta, me has vuelto a vencer, a colocarme de rodillas ante ti, ante tu carcajada ruidosa y frenética. No te esperaba. Me has atacado por la espalda. Esta vez pensaba que no lo conseguirías pero lo has hecho. Me he vuelto a confiar y me han vuelto a herir de muerte para que aparecieras tú con toda tu fuerza.
Pero esta vez tengo una pequeña esperanza. Tengo una amiga nueva. Siempre ha estado ahí pero tímida e insegura, y nunca la había usado contra ti. Se llama Vida y es la que me enseña. La que con el paso de los años me hace más sabia y más fuerte. Puede que me cueste sacarte de mí pero lo conseguiré con su ayuda. Y cuando lo haga, aunque sé que volverás, me reiré en tu cara y te maldeciré como lo que eres, una intrusa. No sé cuando será, pero lo conseguiré...

miércoles, 14 de abril de 2010

14 de abril

No hace demasiado tiempo que me di cuenta de lo que realmente significaba esta fecha. Hoy soy más que consciente y por eso la celebro. El sabor es agridulce, pero hoy es un día de fiesta para mí. Celebramos la mejor forma de gobierno que ha existido nunca en este estado, la más democrática, la más justa. La que el pueblo estableció y los fascistas destruyeron. La de los ideales de igualdad, de educación y de respeto.
Hoy se me llena la boca de orgullo al proclamar mi condición de republicana convencida. Pero siento la pena de lo que nos robaron. Como muy bien han proclamado muchos de los más prestigiosos sociólogos e historiadores, si España hubiese seguido siendo republicana sería, especialmente a nivel cultural, de desarrollo social, uno de los países más fuertes del mundo.
Pero nos la quitaron, esos mismos que casi 80 años después siguen obstaculizando el conocimiento de la verdad, de lo que ocurrió, de la memoria. Nos la quitaron y yo hoy tengo que vivir en un país con unos déficits democráticos, sociales y culturales de los que me avergüenzo.
Me gustaría que la Tercera República Española no fuera sólo un sueño, que fuera nuestro legado a las generaciones futuras, y que este pueblo, a veces tan inculto y otras tan extraordinariamente hermoso, supiera toda la verdad, conociera la realidad de lo que fue la Segunda República Española, descubriera cómo nos la robaron los que hoy se llaman demócratas, y honraran a todos aquellos que lucharon por la defensa de un sistema que se escogió desde la libertad.
Por todo ello hoy brindo, Por la Tercera y por los que defendieron la Segunda.

jueves, 1 de abril de 2010

Susto

Hace días que me apetece escribir sobre algo y no sé muy bien cómo hacerlo. Unas entradas atrás ya expliqué que estaba falta de hierro. Pero la cosa no ha sido ni está siendo tan sencilla. No me interesa esta vez pasar un parte, más bien quiero intentar ordenar mis ideas por escrito para intentar aclararme.
Sé que más de una vez he reflexionado en este espacio sobre lo que realmente importa. En mi vida, desde hace un tiempo, siempre intento situar en un primer plano aquello que realmente es su propia clave, su esencia. Lo intento, y de hecho pienso que lo consigo. Pero parece ser que no es exactamente así. He recibido una señal más (no es la primera) de que algo no iba bien. Mi mente se ha rebelado contra mí misma y me ha advertido, a través de su medio, del cuerpo, de que estaba haciendo algo mal. He captado el mensaje... pero no sé qué hacer con él.
Cuando uno se encuentra mal y realmente no sabe lo que tiene incluso con un diagnóstico, cuando sabe, presiente que aquello no lo es todo, que hay algo más, la impotencia que siente es demoledora. Los médicos te dicen: toma esto, pero aquello no funciona. Y tu intuición te hace sentir que hay algo escondido que no pueden ver. Afortunadamente ahora mismo sé lo que es, creo que esta vez no se equivocan, y por eso estoy aquí en estos momentos. Pero... ¿tiene solución?
No lo sé. No sé qué debo hacer. No sé si debo cambiar los factores externos o intentar adaptarme. Pero tampoco sé si sería capaz de hacer esto último. Ahora mismo no me siento con los apoyos suficientes como para seguir porque los que tengo son externos a la situación y, por tanto, no suficientes. Porque en el momento en que se me vienen las circunstancias encima y no hay nadie que me ayude a soportarlas sé que esto que me pasa ahora o algo mucho más grave surgirá y me derrotará.
Lo más curioso de todo es que si menciono la palabra "estrés" alguién dirá: ¡ah! ¡es eso! ¡menuda chorrada! ¡todos tenemos! Pues lamento decirles, señores, que no todos los niveles son iguales y que es una tontería tan grande que incluso puede llegar a matarte. Por eso estoy en la situación en la que me encuentro ahora, sin saber qué hacer ni cómo explicarlo. Y con un susto que nadie me quita de encima.