Vengo de un minuto de silencio. Uno más. Un muerto más. No sabemos la cifra total ¿verdad? No sabemos cuántos son los que engrosan su lista. Pero eso no es importante. Lo importante es que Luis ya no está, como Isaías, como Miguel Ángel... Como todos esos nombres que no recordamos. Nombres que nombran tantas personas. Personas que hoy están trabajando, paseando, riendo, llorando. Personas que hoy están viviendo sin pensar en todos los que ya no están.
Uno se siente insignificante frente a tanto dolor. Tu existencia es sólo un testimonio más de lo absurda que puede ser la vida, de lo pequeño que se vuelve todo frente al caos que provoca el sinsentido. Dónde está el orden cuando no existe la razón. Dónde está la conciencia humana cuando no hay respuesta a la barbarie. Sólo de unos pocos. Insuficiente.
¿Cuántos nos hemos parado hoy a pensar en lo que ha ocurrido? Quizá ahí esté la clave.
¿Qué es lo que realmente nos importa? ¿Cómo podemos seguir viviendo en las banalidades cuando no existe vida en el terror? ¿Cuándo vamos a empezar a preocuparnos? ¿Cuántos muertos más necesitamos para saber que lo más importante es que esto pare?
Hoy me siento impotente. Como tantas otras veces. La vida sigue. ¿Estáis seguros? ¿Realmente lo creéis? Quizá lo que vivimos no es vida. Quizá sólo merezca la pena luchar para que realmente exista. Quizá no somos conscientes de nada.
Quizá mañana no haya nada por lo que luchar. Quizá hemos llegado tarde.