martes, 17 de junio de 2008

Despierte el alma dormida?

Nunca me he tomado muy en serio escribir para alguien. Cuando era más "jovencita" escribía poemas en uno de esos cuadernos fantásticos para adolescentes con flores, ositos y demás; eso sí, con una amenaza rotunda en la primera página que vetaba a cualquiera que se atreviese a pasar de ella. Curiosamente, y a pesar de una prohibición que podía ser evidencia de timidez, todas las semanas enviaba uno a un programa de radio nocturno y un montón de personas escuchaban cómo el locutor de turno procedía a su lectura.
¿Contradicción? ¿Paradoja? Alguien podría pensar que es una más de las incongruencias tan propias de los adolescentes. Pero pensándolo bien, hace unos minutos me he dado cuenta de por qué lo hacía y gracias a qué, ese factor del cual este medio es su mejor amigo y, sin duda, el mayor de sus enemigos: el anonimato. Claro que me conocían, sabían quién era la autora de esos poemas. Algunos incluso podían ponerme rostro, pero no era la gente de mi entorno, ni mi familia, ni mis amigos, ni mis compañeras de colegio. Creo que ahí está la clave.
Cuando hace unos días pensé que ya era hora de retomar una afición perdida, recuperada a ratos, y vuelta a perder, me pregunté a mí misma si realmente quería hacer público algo tan personal como son mis pensamientos, mis inquietudes, mis emociones, mis temores. Porque yo no sé escribir sobre nada más. Al menos de momento. Siempre ha sido lo más íntimo lo que me ha inducido a escribir. Y además cuando más activada estaba, cuando estaba todo a flor de piel. Al contrario de lo que recomendaba el gran Bécquer, que no por conocido deja de ser grande, yo siempre he escrito cuando mi corazón aún iba acelerado, con el pulso inquieto. Supongo que no es la mejor manera, pero seguro que es la más sincera.
Sigo con la misma duda. No sé si dejar estas páginas en la inmensidad de la red y no decírselo a nadie o, bien al contrario, lanzarme a la piscina y desnudarme ante un futuro "vosotros" que aún no sé si existirá.
Supongo que aún lo tengo que pensar...