martes, 22 de septiembre de 2009

Alma ausente

Muchos días sin pasar por aquí... Ya os dije que me estaba planteando seguir con esto. Alguien muy sabio me dijo que simplemente no me lo plantease, que me pasase cuando quisiera y punto. También he tenido fuentes de desánimo insinuándome que tampoco es que esto sea lo mío (no pretendo escribir mejor que nadie, sólo escribir). Y creo que al final he pensado que... mejor no pensar.
Días extraños. Vaya novedad. No podría hacer un resumen de las muchas cosas que me han interesado estos días, así que voy a destacar una noticia que hoy me ha hecho evocar muchas cosas. Por fin parece que comienzan los trabajos para la apertura de la fosa donde se supone que está Lorca. Creo que si pudiese estar presente en el momento en que descubran sus restos sería uno de los instantes más emocionantes de mi vida.
Dentro de superlatividad que caracteriza  muchos de mis sentires, ya sabéis que profeso una profunda admiración por varios personajes. Lorca es el mito que siempre ha dirigido mi vida, el faro que me ha guiado por los recovecos de la palabra y de la ideología. Una de esas personas a las que amo sin haber conocido, como a mi abuelo. Y quien diga que no se puede querer a alguien así es que no entiende nada.
El día que mataron a Lorca acabaron con algo más que con un poeta. Su fin encarna el asesinato de aquellas cosas en las que más creo. Aquéllas de las que estoy orgullosa. Aquéllas que me hacen mirar cada día con más recelo la transición y sus supuestos logros.
No llegará el día en que veremos a los asesinos de Lorca delante de un tribunal. No llegará el día en que veamos la dictadura de Franco ante la justicia. Pero espero que sí llegue el día en que se vuelva a instaurar la república como la única forma democrática legitimada y válida. Porque hace demasiados años que intentaron matarnos la ideología y aún estamos esperando que alguien se atreva a dignificar a nuestros muertos, a los que lucharon, a los que perdieron.

ALMA AUSENTE

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.


(Poema de Federico dedicado a un andaluz anónimo que bien podría ser él...)