domingo, 25 de enero de 2009

Felicidad

Este fin de semana he hecho un descubrimiento que me ha impresionado. No es que sea algo totalmente novedoso, pero el sentimiento que me ha provocado sí. He descubierto que soy feliz. Sí. Quizá alguien pueda pensar que soy una ilusa, pero se equivoca. Una vez más un libro me ha hecho reflexionar sobre todo lo que he conseguido en esta vida. Ya lo he dicho, no es una novedad, no es la primera vez que lo hago o que me doy cuenta, pero es la primera vez que he sentido realmente cómo mi corazón percibía el sentimiento puro y real. ¿Cómo no me había pasado antes? No lo sé...
Tengo a la persona que quiero a mi lado, y eso debería bastar para dar las gracias cada mañana cuando me despierto junto a él. Pero hay mucho más. Tengo una salud más que aceptable, una casa que me encanta, un trabajo privilegiado que he conseguido gracias a mi propio esfuerzo, unas aficiones que me llenan, una familia que me quiere, y un pequeño número de amigos a los que quiero y a los que sé que puedo acudir. Además los sueños se suceden en mi cabeza y todos ellos me ilusionan. Tengo metas y objetivos en la vida que sé que puedo conseguir y el camino hacia ellos, los logrados y los que aún están por llegar, está lleno de experiencia y crecimiento.
No es una ostentación, es lo que siento ahora mismo. Y por eso quería escribirlo, para que no se me olvide nunca. Aunque esta vez sé que es diferente.
Quizá pueda resultar paradójico o algo extraño, pero el pensar en la muerte ha influido para llegar a esta reflexión. Tengo tantas cosas que hacer y tantos sueños que alcanzar antes de que me visite, y tantas cosas que ya he hecho y sueños que he conseguido hasta hoy, que soy por primera vez consciente de que, llegue cuando llegue, seguiré siendo una privilegiada.
Hoy un amigo al que aprecio mucho, a pesar del poco tiempo que hace que nos conocemos, seguramente está en el otro extremo de esta reflexión. O puede que no. Como tantas otras veces he sentido su dolor como mío, aunque fuese sólo por unos instantes. Cuando supe que todo había acabado volví a sentir ese dolor ajeno en mi pecho que siempre hace que se quiebre algo y me observé a mí misma en otro episodio de empatía no por repetido menos importante. Estoy orgullosa de tener esta capacidad, a pesar del daño que me provoca, porque sé que es un privilegio poder experimentarlo.
He recogido un poema para ti que, aunque no refleje exactamente lo que tú ahora estás sintiendo, quizá sí plasme lo que siente alguien muy cercano, esa persona para la cual su mundo hace unos días que se ha parado. No hay mayor pérdida que la que se sufre al perder a tu compañero de viaje, a la persona con la cual has construido tu vida. Creo que estos versos son un reflejo de ello. Un beso enorme.

Parad los relojes

Parad los relojes, descolgad los teléfonos,
impedid que el perro ladre dándole un hueso jugoso.
Silenciad los pianos, y al compás de amortiguados tambores,
sacad fuera el féretro, y dejad que entren los amigos.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto",
poned cintas de luto en los blancos cuellos de los cisnes,
y que los guardias se pongan sus guantes negros de algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música,
pensé que el amor era eterno: estaba equivocado.

No quiero estrellas ahora, haced negra la noche,
retirad la luna, oscureced el sol,
vaciad los océanos y talad los bosques,
porque ahora ya nada podría hacerme ningún bien.

W. H. Auden.

domingo, 11 de enero de 2009

Maestros de la República

Hoy no os recomiendo sólo un libro. Sé que no voy a poder expresar lo que he sentido estos días leyéndolo, teniendo que cogerlo a ratos cortos para que el llanto no me rompiera de un golpe demasiado rotundo el corazón. Sé que muchos, como yo antes de este libro, no conoceréis lo que significó la educación para la Segunda República Española y, por tanto, sus maestros. Ellos sí lo sabían. Todos aquellos que protagonizaron la Represalia contra todos esos hombres y mujeres inocentes que querían llevar la cultura a todos los rincones de España, sabían que eran muy peligrosos. Ellos no empuñaban armas. Ellos creían, como lo hizo la República, su República, que la cultura, el saber, hacía a las personas libres. Porque no hay nadie más fácil de manipular que el ignorante, Porque el que aprende a pensar por sí solo no se cree cualquier cosa que le cuenten.
Hoy mi alma ha quedado rota en mil pedazos ante las 10 historias de 10 maestros que son sólo 10 ejemplos del colectivo represaliado y extinguido por los fascistas. Hoy no soy capaz de expresar nada más que tristeza y rabia, pero también mucho orgullo. Estos días he aprendido a amar más aún a mi gente, a mi ideología, y sobre todo a la Segunda República Española. Tengo prendida en mi alma y en mi corazón la tricolor en todo su esplendor. Hace ya unos años que la descubrí y me enamoré de ella, como ya dije en alguna otra ocasión, pero hoy la llevo dibujada en mi frente en homenaje a todos los que creyeron en ella, a los que murieron por ella, y les quiero decir que les amo, que siempre los llevaré conmigo. Y aunque aún siento muchas veces, con toda la rabia que cabe en mi pecho, que su muerte fue en vano al ver tanta ignorancia a mi alrededor, quiero que sepan que hoy y todos los días de mi vida les voy a rendir homenaje.
Cuando uno descubre una pasión suele hacerlo poco a poco. El enamoramiento más duradero va creciendo dentro del alma y va echando raíces hasta alcanzar una profundidad que lo hace ya indestructible. Poco a poco he ido descubriendo, y lo seguiré haciendo, esta historia de nuestro país, esta época callada, enterrada, que sólo unos pocos nos han contado. Y poco a poco he sentido que es la única realidad en la que creo y con la que me siento identificada. Algo me diferencia de ellos y es lo que me hace ser infinitamente peor que ellos. Yo creo que hay gente que no se merece su lucha, que no deberían participar en algo tan grande como es la democracia. Pero sé cuál es la clave y ellos me la han enseñado: la educación. Una educación partidista, que no enseña a crear un pensamiento libre sino lo que hay que saber y punto, sin discusión, crea el mismo tipo de ignorancia contra la que lucharon. Y el mundo, este país, sigue estando lleno de ignorantes.
En medio de toda esta vorágine de sentimientos veo sus rostros en las fotos de escuela y ante el pelotón de fusilamiento... Y sólo puedo sentir amor y rabia. Muy pocos conocen sus historias. Hoy yo soy una de los afortunados. Descansen en paz.

lunes, 5 de enero de 2009

Como decíamos ayer...

Ya hace unos días que estoy dada de alta. Y no he dicho curada sino de alta. Ya se sabe con las enfermedades musculares. No me encuentro a tope, ni física ni mentalmente. Por eso no he aparecido por aquí. Porque, como tantas otras veces, mi cabeza es un pupurri de pensamientos que aún no puedo estructurar ni analizar.
Todo enlaza con el último artículo que escribí sobre una de mis pasiones, el baile. Curiosamente, creo que lo más importante que me ha pasado en todo este tiempo en que no he escrito ha sido una nueva ruptura de ese mismo sueño del que os hablaba la última vez. Una nueva piedra en el camino me ha parado y me ha recordado que no es tan fácil, que me lo van a poner difícil. Me ha recordado incluso el exceso de empatía del que os hablé en otro momento, la facilidad con la que puedo apreciar a personas de las que tengo muy pocos datos pero que llenan mi vida con cosas que yo considero fundamentales...
Hoy no voy a entrar en todo este galimatías que os he plantado en un momento. Sólo quería volver a asomarme y dejar en cuatro líneas unas sensaciones. Pero voy a seguir con mi lucha particular donde la dejé, y voy a retomar este pequeño sueño con toda la fuerza que se merece. Por el baile, por la literatura, por la política, por la izquierda, por la república, por la amistad, por el amor, ... por la felicidad. Por mi felicidad. Os quiero.